ZAHRA

los analistas arábigos refieren que el Nasr Ledin Alá el Omiade fundó la ciudad de Zahra en el año 325 de la egira (del 936 al 37 de J. C.) y le colocó 4.300 columnas de mármol ; empleándose cada dia en su construcción 6,000 sillares ademas de la piedra que se metía en la mamposteria. En medio se encumbró un alcázar real cuyo coste, al modo de decir de los árabes, solo Dios altísimo pudiera calcular; y trasladó allí la fábrica de moneda. Dicen que erigió esta admirable ciudad para complacerá cierta belleza esclava suya que se llamaba Zahara ó Flor y en su razón la apellidó Zahara; espresando Medina al Zahra ciudad de Zahara; pero Medina al Zahra puede tambien significar ciudad de flores o la Florida ; y asi la mezquita del Cairo donde se halla la biblioteca llamada Mesdjid el Azhar vale tanto como decir la Mezquita de las flores. Nada que puede encumbrar la idea de la magnificencia de esta „ƒ de recreo falta en las relaciones arabigas; y por cierto que bastan a retratar el gusto y suntuosidad de mas realce. Ademas de las 4,300 columnas de marmol esquisito que adornaban la morada del califa , todo el pavimento de los salones estaba enlosado de marmoles con matices admirables. Las paredes estaban igualmente revestidas de jaspes o de estucos salpicados de vivisimos colores cual los recuerdan los restos que aparecen aun en la Alhambra de Granada. Los techos pintados de oro y azul con arabescos preciosos su relieve cincelados con el primor mas asombroso. Contiguo al palacio se estendia el Jeneralife; y en medio de los jardines , sobre una loma que los senoreaba, descollaba ef pabellon del califa, donde solia descansar al regreso de sus cacerias. Sostenianlo columnas de marmol blanco cimadas de chapiteles dorados eran sus puertas de evano y marfil, y en medio de la glorieta pegada al pabellon sobresalia una concha de porfido con un surtidor de azogue que , recayendo en mazorcas a manera de agua, despedia a los rayos del sol miles y miles de visos centelleantes.

Habia por los salones fuentes de marmol de porfido y de jaspe, con variedad de hechuras, y con especialidad sobresalia en la plaza llamada del Califato , una concha de hermosisimo jaspe; rebosando de agua y en cuyo centro resplandecia un cisne de oro de una labor imponderable, labrado en Constanlinopla por encima brillaba la magnifica perla que habia regalado a Abd el Rahman el emperador griego Leon Vi. La fabrica de moneda (de la que se conservan aun algunas medallas) , cuarteles, y una mezquita redondeaban el conjunto de edificios apellidado Medina al Zahra. Estaba a 2 leg. al O. de Cordoba, bajando por el Guadalquivir. Era la mas frecuente morada de los califas es celeberrima en la historia de aquel tiempo como se comprende por su naturaleza ; pero sucumbio a la ruina de los musulmanes y al rigor del tiempo en terminos que no ha quedado el menor vestigio de ella.