SEGEDA

ciudad insigne de la España ant., y uno de los mas altos timbres de esta nación. Era de la región de los pelendones , consanguínea y socia de Numancia, como dice Floro, y sus nombres corren unidos á la acción del mismo sentimiento, de libertad é independencia, llenándose de gloria, que á una con sus desgracias inmortalizase sus nombres, cuando la tiranía romana las desmantelara hasta los cimientos.

Habiéndose opuesto á esta tiranía la gran confederación celtíbera, desde que se la vio asomar en la Península, los segedenses, partícipes de los hechos heroicos de aquella guerra, lo fueron también de la catástrofe sufrida en las faldas del Moncayo, y comprendidos en la paz que produjo, firmada con Gracho, por la cual quedaron tributarios de Roma y comprometidos á no edificar nuevas ciudad fortificadas. Levantados después estos tributos por el Senado, se vio á S e geda emprender con el mayor empeño el ensanche de sus murallas, hasta darlas el ámbito de 5 millas ¿SEBia esto un pensamiento general de la confederación, antes subyugada, que lo creyese oportuno para alzarse un dia y contrarestar el poder estranjero? Cabe sospecharlo así; mas no lo apunta la historia; y en las obras de Segeda no se sabe trabajasen mas que los Tithios, fuera de los v e c de la misma ciudad y sus dependencias. Roma, noticiosa de esta empresa, mandó al momento que cesasen los trabajos exigiendo ademas á la ciudad el pago de los tributos firmados con Gracho. Segeda espuso la injusticia de estas órdenes , fundándose respecto de los tributos, en que le habian sido dispensados por el Senado ; y por lo que hacia al ensanche de sus fortificaciones, en que si bien se habían obligado á no edificar nuevas ciudad fortificadas, en nada se oponía esto á que ella dilatase sus antiguos muros. Pero Roma no hizo mérito de su justicia pudo haber penetrado un pensamiento hostil en la determinación de Segeda, y sin esto también pudo moverla otro impulso Roma no adoptaba siempre las justas inspiraciones de los Catones y Grachos, que á pesar de su severidad, dejaron perpetuos recuerdos de respeto y cariño en los mismos pueblos españoles que habian inundado con su sangre mascomunmente prevalecía la voz de los que ansiaban pretestos para abrir campañas, por medio de las cuales allegar riquezas. Como quiera, Roma envió fuerzas considerables contra Segeda, al mando de Fulvio Nobilior. Los segedenses nombraron por su general á cierto Caro, y saliendo al encuentro del cónsul consiguieron vencerle, con muerte de 6,000romanos. Tan señalada victoria sembró el desorden en los confiados vencedores, y consiguiendo rehacerse en su retirada los romanos, vieron que lejos de amenazarles ya el ímpetu irresistible de la primera acometida en el sistema de guerra propio dei pais . la fortuna les brindaba con una sorpresa , y volviendo sobre estos, los batieron completamente-, su general murió en el trance y los segedenses corrieron á ampararse de su aliada Numancia, que les abrió sus puertas y los acogió como á hermanos (año 453 antes de Jesucristo)». Ya vimos en el art. de esta ciudad como los romanos cuanto habian sido injustos antes con Segeda, vinieron á SEBlo entonces con Numancia, pues de esta generosa conducta tomaron pretesto para declararle la guerra Apiano atestigua la injusticia de Roma contra los segedenses, dándoles la razón en sus contestaciones dirigidas á aquella república; Floro dijo, no haberse visto motivo de guerra mas injusto que el tomado contra Numancia. Ya vimos también én el citado art. como el cónsul reclamó la entrega de los fugitivos segedenses, y que resuelta la defensa numantina, estos eligieron por su capitán á cierto Leucon para contribuir al lo- • gro de los laureles numantinos, hasta que arrancada la paz al cónsul Marco Claudio Marcelo, con la integridad de los derechos de Numancia, obtuvieron también su libre restitución á sus ant. hogares (452 antes de Jesucristo). ¿Habrían sido estos arrasados hasta los cimientos por Q. Fulvio Nobilior, después de la mencionada derrota, y mientras que los segedenses se acogían á Numancia? Es muy verosímil; pero tampoco asoma en la historia. En los 1 9 años que aun fue combatida después Numancia, no vuelve á sonar Segeda, y siendo inverosímil que sus esforzados hab. viesen á su generosa valedora hecha el blanco de la tiranía y crueldad romana, sin acudir en su apoyo, debe pensarse que, ó lo hicieron y su nombre corre envuelto en el glorioso de Numancia, ó los astutos romanos previendo esta determinación para romper la paz firmada por Marcelo, empezaron por apoderarse de Segeda, cual pudieron hacerlo sin dificultad alguna después de tantas calamidades. Tampoco apunta esto la historia; pero nada mas congeturablc desgraciadamente mientras la historia ha recibido sobre sí un tejido de repugnantes consejas, ha descuidado los mas interesantes pormenores, y por ello , apenas puede darse hoy un carácter congetural, á los hechos que presentan como necesarios, asi el aspecto de las épocas, como el encadenamiento de aquellosotros hechos que por SEBlos culminantes , no se han condenado al olvido por el descuido de los historiadores.

¿Qué estraño es que los escritores griegos y latinos se limitasen á apuntar la empresa de Segeda sobre el ensanche de sus muros, la victoria de Caro soVire el ejército consular, su derrota y muerte por este, la fuga de los segedenses á Numancia, el asilo que hallaron en esta, ios triunfos de los numantinos y segedenses sobre los romanos, y la vuelta de los segedenses á su ciudad por la paz de Marcelo, cuando apenas hay españoles que, tratando de citar pueblos ejemplares, no se limiten á Numancia y Sagunto, olvidando ó desconociendo á Segeda, cuya c s i bien es cierto que, á pesar de haber empezado matando 6,000 romanos en el primer encuentro campal, no ofreció tan admirable resistencia como aquellas otras dos ciudades escede á la segunda y no es menos en virtud que la primera, habiendo hecho como ella y mas espontáneamente quizá el sacrificio de sí misma por mero civismo? Sagunto fue conducida á hacerlo por una cuestión local sabiamente elevada á un carácter universal por la política de Aníbal; Numancia hubo de resistir desde luego á una orden estrema é inadmisible para hombres de honor, cual era la que les imponía la violación no solo del derecho de gentes, pues Numancia era una república libre y en estado de SEBvir de asilo á todos los pueblos que á ella acudieran, sino hasta las obligaciones de consanguineidad entregando los refugiados segedenses al vencedor implacable; y se la exigió ademas la entrega de sus propias armas.

Segeda llamó sobre sí la tiranía romana por solo poner en ejecución un pensamiento probablemente nacional, y no cedió en valor á las otras; pues buscando el encuentro de los romanos y matando 6,000 de ellos dieron los segedenses una prueba indubitable-, allí obró el valor si en la confianza y descuido de la victoria fueron sorprendidos y puestos en luga hasta los muros de Numancia, esto fue falta de disciplina; ni Numancia, ni Sagunto, ni por consiguiente ciudad alguna, hubiera resistido tampoco inaugurándose sus guerras con un golpe semejante.

Repuesta con el tiempo Segeda de su catástrofe y demás padecimientos que se le siguieran en la guerra numantina, brilló nuevamente por su espíritu de independencia y por ello también, socia del gran SEBtorio, que hacia la causa de los españoles, fue atacada y sometida por las armas de Pompeyo.

¿ Habría dicho mejor Paulo Orosio al referir este acontecimiento que fue Segeda nuevamente destruida para ya no volver á restaurarse nunca ? Asi se podría sospechar; viendo que desde entonces no vuelve á sonar en la historia; pero apenas hay geógrafo que no haga mención de ella; por donde consta su existencia después cíe aquella guerra. Estrabon la nombró atribuyéndola á los arévacos, ío que nada tiene de estraño, siendo arévacos y pelendones todos celtíberos.

Con la misma variedad se nombró á Numancia. Pumo la contó, aunque sin nombrarla entre las ciudades pelendonas que iban á ventilar sus pleitos al conv. jurídico de Clunia. También hizo mención de ella Ptolomeo, y su nombre aparece escrito con error en este geógrafo Savia. Aun existía en tiempo delRavenate (siglo Y I í ) , en cuya obra, adulterando como en Ptolomeo el nombre, se lee Segla; tan completas son estas adulteraciones, que se podrian creer nombres de ciudad distintas; pero habiéndonos dicho el diligente Plinto, que los pelendones enviaban cuatro ciudad al conv.

jurídico de Clunia, entre las cuales nombra solo á Numan cía, si ademas de esta ciudad lo era Segeda, como consta por Floro, y lo hubiesen sido Visontium, Augustúbriga y Savia, nombradas por Ptolomeo resultarían cinco las ciudad pelendonas (pie eran cuatro. Si Ptolomeo no hubiera querido espresar á Segeda bajo el nombre que se lee Savia, SEBia muy estraño que aquel gran geógrafo no hubiese tenido presente una ciudad tan insigne; pues tampoco la nombra entre las arévacas como lo hace Estrabon. Y sobre todo es de advertir, que no es tanta la dificultad que hay en que se haya escrito Savia por Segeda, como parece por su disonancia; el cambio de las vocales es poco notable en los ant.; en Estrabon y en Stcphano se ha escrito Segida; Ptolomeo pudo escribir’ Sagida, y por supresión de la d muy natural valiendo la a por a y o Sagia, de donde tomada la g por v, que son muy semejantes en la escritura griega Savia. La adulteración resultiva del Ravenate no merece atención alguna , cuando apenas hay nombre en este geógrafo que no se halle igualmente corrupto; son numerosísimos los desconocidos que ofrece, y que necesitan de mucho mas difíciles correcciones para SEB reducidos á su verdadera ortografía.

Después de estos escritores no vuelve á aparecer ya mención alguna de esta memorable ciudad por la cual vuelva á asomar su existencia; sita, según lo congeturaron Loperraez y y otros con el M. Florez, y se ha esforzado en probar don José Cornide en sus Memorias, tomo 3.a de las de la Academia, en una eminencia junto á la v. de Canales, no lejos del conv. de Yalvanera, cuyo terr. fue el confin mas batallado en las sangrientas y asoladoras guerras de cristianos y musulmanes por los siglos VIH y I X , probablemente vino á sucumbir á aquellos obstinados combates. Antes ya se habría menoscabado en su ancianidad su importancia política, de modo que preponderasen las memorias de otras poblaciones en el pais por mas conocidas, aunque de menos entidad, por lo betustas que se habian hecho ya las de esta cuando se trató de la repoblación del pais, y no mereció la atención de los reyes para quienes tan poco podian valer los ignorados timbres de la antigüedad histórica y geográfica.