ROBRES

1. con ayuntamiento en la provincia y diócesis de Huesca (6 horas), partido judicial de Sariñena (6), aud». terr., с. g. de Zaragoza. Sit. en una hondonada, con buena ventilación, y Clima templado y sano; las enfermedades comunes sou Ge~ bres gástricas. Tiene 480 CASAS , la consistorial y cárcel, una escuela de instrucción primaria , dotada con ‘4,400 reales vn., concurrida por 40 alumnos; una iglesia parr. (Ntra. Sra. de la Asunción) cuyo curato es de 2.a clase, de provisión real y ordinaria; el cementerio se halla en parage ventilado; los veciudad se surten de aguas de pozos y balsas, para beber, v demus usos domésticos. El 11 ич. сопбра N. Fraella r benes; E. Granen; S. Alcubierre, y O. Leciñena, en él sé encuentra una ermita dedicada á San Miguel. El Terreno participa de llano y montuoso; bay varias alturas ó cabezos aislados; pero el monte principal llamado lu Sierra forma cord, con los de Senes y Alcubierre; es tenaz y pedregoso, poro muy fértil en anos abundantes de lluvias; hay un bosque arbolado de pinos, v deh. para pustos Hay varios Caminos locales de herradura, y uno que conduce á Zaragoza. Prod.: trigo, cebada , ¡¡vena, vino y legumbres; cria ganado lanar, caza de perdices, conejos y liebres y pesca de tencas en las balsas. Pobl. : 4 20 veciudad», 745 aim.

RIQUEZA IMP.: 461,ЗГ>0 rS. CONTR.: 24,484 re.

Historia. La primera mención que aparece de este pueblo en la historia, pertenece al año 4448, con motivo de haber sido conquistado en aquel año por el rey D. Alonso el Batallador. No sabemos otro hecho digno de citarse hasta la guurra de la Independencia contra la agresión francesa do 1808. En Robres tuvo lugar la única sorpresa que sufrió en el discurso de toda su vida el insigne caudillo español D. Francisco Espoz y Mina, nuestro estimado y particular amigo y paisano. Hemos merecido de su respetable viuda, la Excma. Sra. Doña Juana María Yega, condesa de Mina, la relación de aquel memorable acontecimiento, copiado exactamente de lo que sobre este suceso dejó su mismo héroe, consignado en sus memoria» cuya publicación espera cojí ansia el público y que tal vez no se haga esperar largo tiempo según lo denotan las siguientes palabras de la Sra. condesa. «Veremos si ahora me es fácil ¡levar á cabo este pensamiento que tanto me ocupa, y para cuya realización no he perdonado gasto ni fatiga ; por considerarlo como un deber á la memoria de mi virtuoso marido, y un servicio ala nación, cuya felicidad fue el norte de toda su vida.» Reconociendo el gran mérito de la autenticidad de esta relación , no podemos menos de transmitirla á nuestros lectores y es como sigue.

«Preparado yo para marchar á Aragón con el fin de pedir razón de su conducta al Malcarado Tris, (‘) prevíuele que con su partida se reuniese al comandante de húsares D. Miguel Ii’ribarren que se hallaba en aquel reino, y elíi de abril de 4812 sin mas aviso me presenté en el pueblo de Инн.-, donde estaban. Malcarado receló de mi ida y asi 1ч daba á entender en su semblante : creí tranquilizarlo por el pronto con demostraciones de aprecio, y para mas inspirarle confianza le encargué aquella noche que con su gente cubriese lus puntos de la Atalaya abauzada del pueblo para

Tris 6 el Malcarado, á causa de sus esceso* J vejaciones á los pueblos de esta parte de Aragón , había sido amonestado sípor Mina i quien le amenaió .< fin de moderar sn conducta.impedir toda sorpresa del enemigo, sin perjuicio de que Irribarren por su parle no descuidase otras medidas de [i^ecaucion. Propúsole ademas Ti is con toda |j astucia de una alma depravada, que creia convenieute para mejor seguridad , enviar á Huesca uno de sus confidentes à tin de que observara si la guarnición enemiga de aquel pueblo hacia algún movimiento, y en el caso de hacerlo diese pronto aviso. Convine en la propuesta y de buena fe con esta mayor contianza nos echamos á descansar.

Pero resultó que en lugar de la comisión de observar, llevó el confidente de Tris la de hacer mover las tropas que había en Huesca, y antes del amanecer del otro dia, ya teníamos sobre Robres 800 infantes y 150 caballos de la división Panatíer que de Navarra se había corrido á Aragón. Adelantáronse algunos caballos conducidos por el confidente enviado por Tris, y esta fue mí fortuna : rodean mi alojamiento, dispiértome al ruido que sentía en la cal.e, me asomo á la ventana, y veo que lus enemigos forcegean la puerta de la casa : llamo á mis asistentes, y cono á las arma-;. Mí muletero Luís Gastón á mis voces corre á la puerta, y medio la abre para observar lo que había : llego \ o á «На al tiempo que uno de los húsares franceses hacia empeño de entrar con su caballo : detóngole yo dando al caballo con la tranca de la puerta, y recibiendo eu ella vaTÍ03 golpes de sable, con los cuales he llegado á entender tjue el dueño de la casa la enseñaba después como una curiosidad: arremolinante otros 5 caballos, q-ie estaban píoácimos á la puerta, con lus movimientos del primero y cejan algún tanto dundo lugar con e.4o á que yo pudiera cerrar la puerta y se me preparase el caballo : montado ya en él, hago al patrón que abra enteramente la puerta y salgo con precipitación seguido de algunos ayudante* que alojaban en la misma casa, y de Um tajo de sable hiero malamente en un brazo ¡il húsar que eslaba mas próximo á mi salida; pico el caballo á delante dando grandes voces á mis •soldados, atúrdense estos; corren unos sin caballos hacia donde suena el grito; otros montados en pelo y muy á la lisera de ropas, otros sin armas y todos confusos y atolunerados. Y para que los mas puedan lograr su salida, entretengo á los enemigos corriendo de uno á otro lado , y sosteniendo sus ataques con un puñado de valientes que de pronto lograron unírseme. Poco después Irribarren , Uurrea y otras mas se me reúnen, y con ellos hago mas líeme al grueso de lacaballeria e.nemlga.y rechazo algunos grupos de ella, y cuando llegaba su infantería dejé el pueblo, y caüacual de los que me acompañaban tiró por domle pudo: los que se vieron imposibilitados de salir quedaron hechos prisioneros , y entre ellos , mi maletero Luis Gastón ; logré i escatar á’mi ayudante secretario el capitán D Félix Boira que se vio muy apretado por un trozo de enemigos, pero tenia serenidad y brio, y acostumbrado á salvar peligros, aunque herido, con mi auxilio se desembaraza de estos y Tióse libre de sus garras.

Lleno de cólera aguardé no lejos del pueblo á que los franceses lo desocuparan, viendo que no aparentaban seguirme, y en efecto, antes del mediodía se volvieron á Huesca con el botin de todos nuestros despojos con GO soldados unos prisioneros y otros Untos caballos cuyas monturas y lanzas quemaron en la plaza: finalmente, rescataron una porción de prisioneros que días antes habia hecho Irribarren atacando un convoy. Todo este fracaso nos vino de la traición de Tris, el Malcarado, mezclado tal vez con otros cómplices. Por decontado, intercept? el parte del alcalde de Leciñena , firmado por él y por el cura del lugar, dando noticia de la sorpresa al comandante de armas francés de Zuera, y de que muchos de los dispersos se dirigían á pasar el r. Gallego por aquella parte, y te invitaban salirles al encuentro ; y á mas de este documento el hecho fue confirmado por los mismos á un oficial disperso de la división, que se fingió francés extraviado déla columna la noche anierior. Tris fue visto durante la refriega, pero se supo pronto que por la noche habia desaparecido del pueblo, y lejos de seauírme en mi salida como pudo hacerlo no se me presentó^hasta el dia siguiente.

Apenas el enemigo había’ desocupado el pueblo, volví yo á él; me encontré un espía de los franceses venido de Zaragoza, y lo hice fusilar: averigüe el descuido ó la mala intención de no haber dado aviso de los movimientos de los franceses , teniendo tiempo y ocasión para hacerlo conforme les eslaba mandado, dea alca’.dee ó regidores de /os pueblos por dond« transitaron, y en donde hicieron alguna mansión, y sufrieron también aquella pena; igual suerte esperimentaron el cura y alcalde de Leciñena, después de recibida información en regla acerca de sus sentimientos y procederes, de la cual resalaron probados los malos hechos que se les imputaban; por último, hice fusilar á Tris después de convencido de su delito de traición, y le acompaño un criado que tenia á quien antes de la guerra se le habían probado dos muertes: estos últimos sufrieron la condena en el pueblo de Alcubierre.»