partido judicial para la administración de justicia en primera instancia, se halla dividida la corte en 6 juzgados cuyos nombres, distritos municipales, barrios que comprenden y población en vecinos y almas constan del siguiente e s t a d o (Ver en el original)
E s pues la población de Madrid de 202.570 hab.; y siendo el total de los acusados en los 6 juzgados 1,232, resulta éntrelos primeros v los segundos la proporción de 164’i 25 a I de los procesados en todo el año 1843 fueron absueltos «e la instancia 112, libremente 8 1 ; penados pt escotes 976; contumaces 6 3 ; reincidentes e n el mismo delito 8 1 , v en otro diferente 54; 203 contaban de 10 á 20 años de edad; «13 de 20 á 40 v 163 de 40 en adelante; 1,020 eran hombres ? 206 mujeres;» 723 solteros v 485 casados; 546 sabían leer ) escribir; loO egercian profesión científica ó a r t e liberal y o87 artes mecánicas. No consta la edad de 51 procesados, el sexo de 6 , el estado de 7 4 , la – instrucción de 686 ni el ejercicio de 399.
En el mismo período se p e r p e t r a r o n 291 delitos de homiciflio y dé heridas v siendo como se ha dicho 202,570 los m t ) . , la proporción de estos con los delitos es 690’048 á 1; ios instrumentos empleados e n l a ejecución de los delitos ‘nerón 5 armas de fuego de uso lícito v 3 de ilícito, 83 armas blancas permitidas, 14 prohibidas, 60 instrumentos contundentes y 33 instrumentos ó medios no espresados.
Los precedentes resúmenes son lo único que podemos dar siguiendo los datos estadísticos publicados por el Gobierno, porque comprenden en sumas unidas los acusados, sus diferentes circunstancias, los delitos de homicidio y heridas y los instrumentos empleados para su comision en los seis partidos judiciales. No puede por tanto hacerse demostración alguna acerca de la mayor ó menor criminalidad que se advierte en los respectivos cuarteles para llenar este vacio, que en verdad debe considerarse de alguna importancia, hemos formado el estado que sigue, sacado de la e s tadística criminal del mismo año de 43 remitida por la aud.
del t e r r . de Madrid al Supremo Tribunal de Justicia , comprensivo de la población en vecinos v almas, del número de causas y acusados y la edad, sexo’, estado y ocupación de estos con las oportunas proporciones.
La primera observación que del precedente estado emana es, que la población se halla con las causas incohadas en proporción de 308’796 á 1 y con los acusados enla de190’394 á i ; los de 10 á 20 años con los de 20 á 40, en la de ó 238 á 1 y los segundos con los de la última edad de 5’27 á 1; que los hombres se hallan con las mujeres en relación de 4’81 á 1; los solteros con los casados de 1 ’50 á 1; los casados con los viudos de 4’86 á 1, y los que ejercen profesión científica ó arte liberal con los que ejercen artes mecánicas en la de 0’06 á L. bi de las observaciones generales pasamos á la comparación entre los juzgados, tomando por término de ella la población, las causas y los acusados, se ve que el juzgado menos criminal es el de Lavapies, donde la proporción de la población con las causas es 522*897 á 4 , y con los acusados 423’298 á 4 , al cual sigue el de Maravillas que da la proporción de 394’250 á 4 en las causas y de 280’652 en los acusados; y que el máximo de la criminalidad se encuentra en el juzgado del Rio, en el cual la relación entre la población y las causas es 208’626 á 4 y conlos acusados 445’498 á 1 pequeñ a diferencia presenta con este el del Barquillo, en el quelarelacionconel primer término de la comparación cs 263’504 ú \ y con el L.° 462’454 á l .Sorprende enver dad este r e sultado inesperado, si se considera que los dosjuzgados en que sesustanciaron mayor número de causas y hubo mayor número de acusados, son aquellos en que se halla la población mas acomodada y mejor instruida de la corte, y los otros dos ademas de encerrar multitud de familias jornaleras, tienen la nota de abrigar en su seno crecido número de vagos, y gente de vida airada, mas prontos (según suele decirse) de manos que de lengua.
Considerada la criminalidad de la capital de las Españas por los delitos, presenta un cuadro en verdad menos oscuro que lo que es común en las cortes de todas las n a ciones y en los pueblos de gran radio y de crecido número de habitantes. En todo el año 43 según los datos de que nos servimos , no se cometió ningún envenenamiento, ningún parricidio, ninguno de aquellos grandes crímenes que por sus circunstancias horrorosas, pasan á la posteridad el siguiente estado nos da á conocer el número de delitos de inmoralidad, homicidio, suicidio, infanticidio, heridas y contusiones, golpes y malos tratamientos, y r o b o , hurto y estafa que se perpetraron en cada uno de los juzgados y la proporción que guardan con la población La primera observación que del precedente estado emana, es que la población está con el total de los delitos de 1 1 2 ‘ 66 á 1 ; con los delitos de inmoralidad y escándalo de 3 3 7 6 ‘ 1 7 á 1; con los homicidios de 2 8 5 3 ‘ 1 0 á 1 ; con los suicidios de 1 0 , 1 2 8 ‘ 5 0 á 1; con los infanticidios de 2 5 , 3 2 1 ‘ 2 5 á 1; con las heridas de 5 7 3 ‘ 8 5 á 1 ; con los golpes y malos tratamientos dé 1 3 6 8 ‘ 7 2 á 1 ; y con los r o b o s , hurtos y estafas de 2 1 6 ‘ 4 2 á 1 . La segunda, que en Madrid predominan los delitos contraías cosas,resultado satisfactorio, pues cualquiera que sea la gravedad que á l o s atentados de e s t a especie se a t r i b u ya, siempre es menor que la de aquellos que se dirigen cont r a la vida délos ciudadanos, y sus consecuencias no son t an fatales. La tercera viene confirmando lo antes ya dicho; que, sin poder dar una esplicacion satisfactoria, en los juzgados mas céntricos, y donde en consecuencia se halla la población mas culta y mejor acomodada; es mayor el número de delitos y mayor su gravedad para justificar este aserto véanse las casillas correspondientes á los juzgados del Barquillo, Prado y Rio, y compárense con las de los de Lavapies, Maravillas» y Vistillas. ¿Podrá deducirse de aqui la consecuencia de que la criminalidad se halle en razón directa de la c i vilización?
De ningún modo-, convendremos, si se quiere, en que entre las clases mas civilizadas es mayor la relajación de las costumbres, porque, como se dijo eñ el artículo aud., la civilización acorta las distancias entre las diferentes clases de los ciudadanos, aproxima mas los sexos y rebaja la etiqueta y los r e s p e t o s ; porque en las mayores comodidades que disfruta, halla mas medios de saciar sus apetitos ; pero e s t o q u e , bien puede llamarse desarreglo, rara vez pasa á atropellar los principios sagrados de moralidad hasta el e s tremo de convertirse en crimen, y menos en crímenes de aquellos que presuponen bajeza de alma com endremos en que los pocos delitos perpetrados por las espresadas clases van generalmente acompañados de la premeditación, y que se hallan por lo común revestidos de circunstancias agravantes ; pero jamás admitiremos la proposición de que la criminalidad se halle en razón directa de la civilización, por mas que los estados precedentes aparezcan justificándola.
La esperiencia viene todos los dias demostrando lo contrario y no seria tampoco buena lógica, atribuir á laclase civilizada mayor propensión á delinquir, porque en los puntos donde ella habita se abrigue mayor número de delincuentes la causa de este hecho es muy n a t u r a l ; los criminales buscan siempre para morada aquellos puntos que les ofrecen mejor medio de eludir la vindicta pública, é indudable es que h a llan esta garantía mas fácilmente en los juzgados del Barquillo, Prado y Rio que en los o t r o s , por cuanto la vigilancia de las autoridades es mas • descuidada en ellos, por la confianza que la posición social de la generalidad de los h a bitantes les inspira.
En el artículo audiencia (V.) hemos esplicado las causas de la mayor criminalidad en la c o r t e ; creemos que reproducirlas á nada conduciría, mucho mas cuando son de todos t a n c o nocidas.