JUCAR (RIBERAS DEL)

vulgarmente LA RIBERA hermoso y fértil terr. del ant. reino y actual provincia de Valencia. Se dis tingue en ribera Alta ó Baja , segun que las tierras distan mas ó menos del mar, y el lago de la Albufera. Ocupa 8 leg. de N. á S . , desde Catarroja («) hasta las inmediaciones de Játiva, y muy cerca de 7 de E. á O. enlre el mar y el valle de Cárcer es angosto en la parte s e p l . , donde tiene poco mas de 2 leg. ; se ensancha muy pronto en Almusafes , y continúa por Algemesí y Alberique hasla tener su mayor estension en el paralelo de Cárcer el mar Mediterráneo le baña al E., por donde le entran con libertad los vientos que corren sin tropiezo hasta los cerros y montes opuestos; desde ellos hasta el mar va el suelo descendiendo gradualmente. El agua que en las raices de los montes se halla á 20 y mas pies de profundidad, se encuentra á 3 y 4 en muchos lugares habitados los árboles crecen y se fructifican en cualquiera sitio , á escepcion de aquellos en donde lo impiden la abundancia de aguas y el suelo cenagoso. Los montes son calizos, y el suelo de marga arcillosa mas ó menos compacta de un color rojizo; en las inmediaciones al mar dominan las arenas, y en las de Albufera un cieno oscuro que descansa sobre greda. El caudaloso Júcar corre de E. á O. y fertiliza las Riberas ; halla en su curso varias presas que elevan siempre el cauce , por lo cual filtran las aguas é inundan gran parte de la vega muchos campos que hoy rebosan de agua, ó la ocultan á poca profundidad, fueron secanos en el siglo XIII, sin mas riegos que las lluvias el magnífico canal que mandó construir el rey D. Jaime I de Aragón para convertir cn huertas los secanos, y las acequias de Enova y Carcagente, abiertas después sin perdonar gasto alguno, han sido causa de aumentarse el cultivo del arroz. Gran parte de las aguas del Júcar, distribuidas por mil canales de riego sobre la tierra, siguen por su interior , y juntas con las que bajaron de los montes , se abren caminos ocultos basta brotar por muchas bocas en los sitios hondos. A cada paso se ven fuentes originadas de esta causa , y algunas tan copiosas que forman riach. van unos al mar, otrosá la Albufera, y algunos, no pudiendo llegar á estos depósitos generales, forman sitios cenagosos , y á veces lagunas intermitentes. Ademas de esta cantidad de aguas que corren por fuentes y canales , y de la que se ve reunida eu la Albufera y sus inmediaciones, es incalculable la que se halla oculta y á corta profundidad de la superficie de la tierra en muchos campos basta escavar un pie y aun menos para encontrar las aguas, y se habitan muchos lugares, cuvo suelo tiene poco fondo libre de humedades. La verdadera causa de tantas tierras inundadas, ha sido la acequia real, y el mal uso que en los cinco últimos siglos han hecho de sus aguas, inundando las tierras hasta convertirlas en lagunas. Para multiplicar los campos de arroz interrumpieron el curso é inclinación natura! del Júcar, formando presas para que las aguas subiesen á mayor altura, y facilitándoles la entrada en mu cbos campos que quedaban sobrado altos para recibirlas, con escavaciones de 2 , 3 y mas pies de profundidad. Por estos medios alteraron la antigua condición de los terrenos , prefiriendo el cultivo del arroz á la salud, y una cosecha casi segura alas verdaderas riquezas. Soplan regularmente en el estío los vientos del mar hacia tierra , y como á pocas leg. tropiezan con los montes, se acumulan en las parles inferiores de la atmósfera los vapores cálidos y las emanaciones pútridas que despiden sin cesar las aguas encharcadas, los insectos y plantas que mueren sucesivamente.

Es cierto que se alteró eu la Ribera la naturaleza primitiva del suelo; borráronse casi todos los caracteres ; pero quedan bastantes para que el observador imparcial la pueda distribuir en dos porciones muy diversas, que son terrenos naturalmente pantanosos, y terrenos pantanosos por el arle. Los primeros se hallan en las inmediaciones de la Albulera y en los marjales de Catarroja, Albál, Silla , Almusafes , Sollana, Sueca, Cullera y Tabernes de Valldigna de la misma naturaleza son los campos que hay entre ios montes de Corbera y Cullera, y la mayor parte de los término de Rióla, Poliñá, Fortaleny y Corbera. En lo restante de la Ribera, que es la parte alta, los pantanos y lagunas son artificiales, los campos quedan secos cuando sus dueños lo desean , y cesarían las nieblas, humedades y sitios aguanosos, si se desterrase de ellos el arroz y se reparasen los canales de riego. En los sitios naturalmente pantanosos que forman una estension considera ble, inútil para todo fruto, cenagosa y poblada de vegetales y de ins,ectos, se deben permitir por ahora los arrozales; porque cuando no basta el arte para secar las lagunas , es laudable la ind., y cualquiera obra que contribuya á disminuir la masa de infección merece los mayores elogios poner en movimiento las aguas embalsadas por naturaleza , arrancarlas plantas espontáneas que muertas y podridas despiden un hedor insoportable, é impedir la multiplicación de los insectos, sou medios poderosos para lograr aquel beneficio que puede resultar del cultivo del arroz esta planta exige aguas en movimiento y un suelo libre de otros vegetales.

Sin el valor de los intrépidos operarios , que pisando cieno y trabajando siempre dentro de las aguas, sacan preciosos frutos de aquel suelo que parecía destinado á una esterilidad perpetua, seria sin duda mas infecía la atmósfera.

Tales hombres son acreedores al general reconocimiento , y el Eslado no solo debiera darles gracias , sino que fomentar su aplicación con premios y con absoluta libertad. Pero al contrario, los que convierten en lagunas el silio firme y fértil ; los que introducen enfermedades desconocidas y mortales; los que preocupan la integridad de los gobernantes ocultándoles las verdaderas causas del mal ; los que esponen necesidades que no existen, y ganancias aparentes, disminuyendo siempre el daño que nuestra especie padece, mertcen la indignación pública como enemigos de la sociedad y de ¡a salud. De este número son los que promueven el cultivo del arroz, y lo introducen en aquellos campos que fueron secano ó huertas en otro tiempo. Asi se espresa el ilustrado Sr. Cabanilles en sus observaciones sobre el reino de Valencia; en cuya obra pueden verse las indestructibles razones que contra el cultivo del arroz en la Ribera Alta se alegan, muchas de las cuales esponemos también en los art. Alberique v. y partido, y el valle de Cárcer (V.) La gobernación ó partido ant. de Játiva y demás pueblos desde. Antella hasta Alcira, debieran purgarse de una planta tan perniciosa; y aun cuando en este recinto se hallasen algunos sitios , como las raices del monte Puig en las inmediaciones dejativa, los marjales de Montortal y otros, eu los cuales lo bajo del terreno convida á cultivar una planta , cu\ a cosecha es casi segura, y los trabajos de pocos dias , aunque pesados y costosos; con todo eso , hallándose cerca de pueblos que respirarían aquel aire infecto, ni conviene ni es justa la permisión.

Sean en buen horade menos valor otras casechas; queden también algunos campos sin cultivo ; importa mas la salud y vida de los hombres que la utilidad que pueda resultar del arroz. El único termómetro para graduar las licencias ó las proscripciones, ha de ser siempre el bien ó el mal de la especie humana. Segun datos que tenemos á la vista se cogen anualmente en toda la Ribera unos 291,700 cahíces de arroz en cascara, cuyo valor será de 43.755,000 rs; debiendo tenerse presente qué el caiz es de 12 barchillas, y su precio medio se puede regular en 150 reales