ALARCOS (STA. MARIA DE)

santuario situado  En la eminencia del cerro que lleva el mismo nombre en la provincia  De Ciudad-Real á i leg.  Al O. y dentro de la jurisd.  De esta cap-, i leg.  De Almagro, 31 de Madrid , y 3 del arruinado cast.  De Calatrava la vieja.  El templo es muy ant.  Y á principios de este siglo un administrador celoso lo reparó, hizo buenas habitaciones, habilitó un grande algibe , que aun se consprva entre las ruinas, allanó la circunferencia de toda la casa, y consiguió una solemne fiesta ec!.  Con asistencia del ayuui.  De Ciudad Real, y el clero de la parr.  De San Pedro, de la que es suburbio.  Durante la guerra de la Independencia se incendiaron las habitaciones, y solo ha quedado la iglesia  Y una casita para el santero: celébrase sin embargo la fiesta con igual solemnidad el dia segundo de pascua de Pentecostés.  El cerro de Alarcos es de muy agradable posiciou y despejada atmósfera.  Está cultivado, en su mayor parle, por el santero que tiene de asignación el usufructo del terreno.  El r. Guadiana se desliza por su falda O. Tiene un puente y un molino , que llevan también el nombre de Alarcos.  Ala der.  De este puente se presenta una frondosa alameda, buenas huertas , muchos molinos, y grandes casas de labor.  Ei campo se ofrece ¡Balizado de ñores y plantas aromáticas.  Tiene ricas aguas, entre ellas, Ja muy nombrada del A r zallar, que en Cíudad-Real se prefiere á la otras: y se esliende la vista por las dilatadas llanuras de la Mancha, hasta descubrir la v. de Daimiel, que dist.  6 leg.  Todo esto influye poderosamente en la mucha concurrencia el dia de la fiesta de aquella Virgen y en otros días de primavera.  Este sitio es muy famoso por haberse ocupado en otro tiempo por la célebre v. de Alarcos, cuyo recuerdo es tan triste en la historia de la nación.  Los señores del Diccionario geográfico universal, publicado en Barcelona, y D. Sebastian Miñano, siguiendo al señor Baranda , fijaron la fundación de este pueblo , en el año 1178: pero este respetable académico vio, que el P. Juan de Mariana dice: «y el pueblo de Alarcos se edificó y pobló en los oretanos….(año 1178)» y, olvidando que, en el mismo historiador, se lee antes «ganáronse de esta vez (año 1130) por aquella comarca Alarcos » equivocó la fundación con la reedificación, que de él se hizo.  La antigüedad de Alarcos se eleva muchos siglos mas allá de ios que este error le han querido atribuir.  Ya en las tablas de Alejandrino Ptolomeo aparece entre las ciudades de la belicosa región Oretana, con el nombre Larcuris (V.), Este nombre adulterado bajo la dominación agarena, vino á terminar en Atareos.  En Rodrigo de Toledo !de Reb.  Hisp., lib.  8.°, c- 29), se lee aun Alarcurls.  Fué una de las población  Que ei Emir de Sevilla Ebn Abed ganó al de Toledo, v dio en dote á su hija Zaida , en 1083, cuando D. Alonso «VI la tomó por esposa v.C prcemissum est, como dice Lúeas de Tuy: estaba ya casado en segundas nupcias con Doña Constancia la Borgoñona.  Yuelía° al poder del mahometano , la conquistó el emperador Don Alonso VII, en 1130.  Perdida de nuevo, la reconquistó el mismo emperador, en 1155.  Los moros de Muradal la recobraron , en 1158.  Conquistada otra vez, y casi reducida á escombros, la reedificó y pobló D. Alonso»VIII, en 1178, y la dio á Ja orden de Caíatrava.  En 1195, junto á ella se encontraron los reales D. Alonso, y de Yakub ben Yussuf Almanzor , que, según Luis del Mármol; habla pasado á España con un ejército de 100,000 caballos y 300,000 infantes: cuyo ejército presenta innumerable, como las arenas del.  Mar, el arz.  D. Rodrigo, escritor coetáneo , diciendo, que marchó á Sevilla, siguió á las campiñas de Córdoba, de alli tomó el rumbo de Alarcos, amagó a todo el reino de Toledo, arrasó la yerba de los llanos , volcó los peñascos que le atajaban el tránsito, trasmontó sierras encumbradas, y con la muchedumbre de su soldadesca agolaba las corrientes de los ríos.  Voló idas y mas el eco de su llegada, y la España toda se estremeció con tamaña novedad.  «Exercitus ejusinnumerabilis, mnltitudoilius ut arena maris, appiicatio ejus ad Hispalensem metropolim , et processus iiluis ad campesina Córdoba?, firmavít vulturn versus Alarcurls, et faciem iüdignationis.ad regnum Toleli plana ToJosa; nudavit pascuis, et scopulorum secuitas ampliavit ungielis, transivit montis supercilia, et ín multitudlne nimia micavitrivos, fama volatilis perludit sascula, et celer rumor pulsavit Hispaniam (de Reb Hisp.).i Se habia unido á este ejército otro numeroso levantado en el Andulucia, y las tropas que Pedro Hernández de Castro tenia en Córdoba.  Él rey de Castilla habia llamado en su auxilio á los de León y de Navaera, sus aliados,-pero, antes que estos llegasen (aunque de los historiadores musulmanes aparecen ya reunidos) el agareno presentó Ja batalla, y el escesivo ardor del ejército cristiano no pudo escusarla.  En las crónicas árabes se lee_, que el primer visir del emir Almanzor, el esclarecido jeque Abu Yahya, capitaneábalas tribus andaluzas y sus taifas, los árabes , zenetas , y mota waabes, ó voluntarios de todas las demás tribus del Maghreb; el caid andaluz Ebn Senadid las españolas; Budzaii el Maghrawv; las de Maghrawah llayvvah las de Derinl; Djabeu ben Yusus, las de Abd el «VYad, el’Tadjiny las de Tadjin , Taldjer ben Al y las’ de Haskrah, y el virtuoso peregrino Abu Haréis Yakhiys, el Wuruhy los voluntarios.  Era el jegue Abu Yahya su generalísimo.  Él emir llevaba consigo la mayor fuerza de los almohades y negros.  Abu Yahya marchaba de vanguardia, precedíale Ebn Senalid con los jeques y caides de)España: el Emir llevaba la retaguardia: avistaron á los coligados sobre un altozano , frente á la ciudad de Alarcos , á las diez de la mañana del 9 de Sobaban (J 9 de julio] : Abu Yahya colocó las tropas españolas á su der., ios zenetas, motawaahes y demás tribus del Maghreb á la ¡zq., aghazes y ramales á vanguardia -, y él escogió su lugar en el centro de la batalla, con la tribu deHenteta: el general de los árabes llegó por todas parles aquellas palabras del sagrado Alcorán «confiad en Dios para ser felices.  Vosotros, creyentes , esperad en Dios: él acudirá y robustecerá vuestras plantas.» El ejército enemigo destacó una columna de siete á 8,000 gallardos, cuajados todos de hierro, con sus potros; se arrojaron ciegos sobre las filas musulmanas, que no pudieron resistir sin cejar un tanto.  Se rehicieron, y al segundo avance sucedió lo mismo.  Al tercero cargaron los infieles sobre el centro, abalanzándose Abu Yahya, persuadidos que era el emir El Mumenin , y á su ímpetu cayó martirizado, con muchos hentetas y motawaahes, á quiénes Dios tenia predestinado aquel martirio, habiéndolos beatificado.  Los musulmanes, sin embargo, no solo rechazaron aquel recio ataque, sino que rodearon á ios cristianos, que hablan acometido ya por todas partes, y Senadrid penetró hasta el cerro donde estaba el -maldito Alfonso (asi le llaman constantemente las crónicas musulmanas) con toda su hueste de 300,000 hombres de infantería y caballería ¡ (Ebn Abd el Halím) Muy sangrienta se hizo la pelea : mas luego se vio ondular victoriosa la bandera blanca del *Lé-Alá ¡le Alá , Mohamed resul Ala.  Le Gfialeb ‘dé Alá T) 7 quedó realizada la visión; que el Mumenin habia tenido en la madrugada del sábado 5 de schaban (15 de julio) dormitando sobre sa r’akiah (el humilladero) D. Diego de Haro , alférez del pendón de Castilla, se retiró á tiempo en Alarcos; el rey D. Alonso, sintiéndose herido., pudo escapar por la velocidad de su caballo; y 25,000 cadáveres cristianos cubrieron el campo.  Entre ellos quedaron las principal nobleza de Castilla, casi todos los caballeros de la?  órdenes militares, que hicieron prodigios de valor, y un cuerpo de tropas auxiliares, que’habia enviado D. Sancho, rey de Portugal.  Cargó el embravecido vencedor sobre el casi, de Alarcos (que asi se llamaba) creyendo al rey Alonso guarecido en él; pero habia entrado por una puerta y salido por otra sin descanso.  Asaltaron sus murallas , hicieron innumerables muertos y prisioneros, y el Emir dio libertada todos estos, sin rescate, para biasonsr generosidad: lapoH.  De Alarcos desapareció en las llamas.  Algunos atribuyeron esta desgracia á la retirada de D. Diego de Haro; quién mirándola como cobardía; quién como efecto del resentimiento, que se le creyó con el Rey porque habia igualado en valor y destreza en las armas álos caballeros andaluces y los nobles castellanos: otros culparon á los caballeros do Estremadura.- el rey , en su huida , hacia responsables al de Navarra y á& León por su tardanza: y el vulgo, siguiendo siempre sustendencias, creyó ver el castigo al pecado que el rey habia cometido en Toledo, menospreciando á su mujer,»y enamorándose de una hermosa judia; aunque en estos amores hay mucho de las fábulas orientales.  En Ortiz y Sanz, y algunos otros historiadores, aparece Alareos como repoblada por los musulmanes; pero cuando en 1212 llegaron á ella los reyes de Castilla y Aragón, donde les alcanzó el de Navarra, con un arrogante ejército, solo habitaban algunos moros sus escombros.  La desastrosa jornada del 19 de julio , al paso que inscribió su nombre en las páginas negras de la historia hispana, la borró de su mapa para siempre.