ATENEO CIENTIFICO Y LITERARIO (HISTORIA DE MADRID)

A t e n e o C i e n t í f i c o y L i t e r a r i o ( calle de la Montera, núm. 32.) E s t a sociedad tiene por objeto aumentar los c o nocimientos humanos por medio de la discusión y de la lectura , y difundirlos por la enseñanza. La Sociedad Económica, recordando los buenos servicios que prestó á la i n s trucción pública, el Ateneo fundado en abril de 1820, y cerrado por el Gobierno absoluto á la entrada de los franceses en 1823, se propuso restablecerlo y en la noche del 6 de diciembre de 1835 se verificó su solemne apertura en los s a lones de la casa llamada de Abrantes en la calle del Prado, de donde se trasladó al núm. 27 de la misma calle ; desde aquí pasó al núm. 33 de la de Carretas; después a la plazuela del Ángel, núm. 1; y por último , á la citada calle de la Montera. Los papeles del primitivo Ateneo fueron quemados , así e s que no hemos podido reunir datos de e s t e establecimiento ni facilitárnoslos de entre los pocos individuos que existen de aquella sociedad. Compuesta hoy, (1848), de mas de 600 socios, está dividido en 4 secciones ciencias m o rales y políticas ; físicas y matemáticas; naturales , y literatura y bellas artes. En el año actual ha tenido enseñanzas gratuitas de biografía española, economía política superior, filosofía, de la historia, griego, historia déla arquitectura e s pañola de la filosofía social y política de Roma, literatura dramática, teoria del crédito y de la moneda, medicina legal, zoologia y cosmografía. Las cátedras están desempeñadas por socios, contándose entre ellos muchas notabilidades políticas, aliado de jóvenes de notoria instrucción y que un dia llegarán á ser el ornamento de nuestra patria. Tiene el Ateneo un monetario, no muy numeroso, pero escogido; una escelente colección de minerales, un gabinete de física y una biblioteca de masde 10,000 volúmenes compuestade»las obras clásicas importantes y de las mas modernas, mas estimadas y curiosas. Para ser admitido socio espreciso ser propuesto por otros 3 y admitido en votación secreta. Se pagan al ingreso 160 r s . y 20 todos los meses; y sin embargo de contar con t a n módicos recursos se ha sostenido, y siempre en progreso, esta útilísima corporación por efecto del orden administrativo y del espíritu de ilustración y cordialidad que anima á sus individuos. Finalmentesu gabinete de lectura, el mas surtido de esta corte, y acaso sin rival en otra capital de Europa, contiene los periódicos políticos, científicos y literarios mas importantes de España, Francia, Portugal, Inglaterra, Italia y Alemania

TEATROS Y DIVERSIONES PÚBLICAS (HISTORIA DE MADRID)

e a t r o s y d i v e r s i o n e s p ú b l i c a s . No se -abe á punto fijo, cuando tuvo principio la representación de comediasen Madrid; pero si que las habia ya enlos primeros años después del establecimientodelacorte en esta villa, v en esta época debió ser ciertamente cuando brilló el famoso poeta Lope de Bueda, á quien un autor llama el embeleso de la corte de Felipe II y de quien el célebre Cervantes dice que se le vio representar siendo aun muchacho. En el a ño de 1568 se sabe ya que habia varias compañías dc comediantes, los cuales alquilaban un corral en la calle del Sol, y otros dos en Ja del Principe para hacer sus representaciones. En 1574, de resultas de un reñido pleito que medió entre dos cofradías que solicitaban el privilegio ele señalar puesto á los comed i a n t e s , y que terminó conviniéndose en ir en compañía, se reformó y alquiló un corral denominado de la Pacheea, situado en la calle del Príncipe á un comediante italiano llamado Ganasa, contratando con él que se habia de cubrir dicho c o r r a l , que no lo estaba, verificándose asi menos le patio-, el cual solo se cubría con un toldo para librarse del s o l , pues en aquella época las funciones eran de dia. También consta que por entonces sc rehabilitó otro corral en la calle del Lobo para la representación de comedias , y que por último fabricaron dos teatros propios, uno en la calle de la Cruz, y otro cn la del Príncipe; aquel en el año I57SL, y este en ef de 1582, cesando desde entonces el de la cMle del Lobo. Tal es origen de los t e a t r o s de Madrid; y creciendo sucesivamente sus productos basta un punto t a l . <pm }<,’ se arrendaban en 115.400 ducados por i- años desde •H>’-‘ 1633, fueron cargados con pensiones en beneficio de varios hospitales y establecimientos dc beneficencia , hasta qjj en 1638 se encargó de ellos la villa de Madrid, pagando una indemnización correspondiente á los hospitales. Desde c – toncos se suscitaron en diversos tiempos muchas pro i l i ciones contra las comedias , y aunque con mayor o l t n ^ _ trabajo . siempre triunfaron estas . valiendo para ello mucho él piadoso fin en que se invertía su producto. y ™ el reinado de Felipe IV se elevaron á mayor grado de op geo por la inclinación particular del r e y , llegándose a presente* no solamente en los corrales, sino en los salones de palacio, y en el nuevo suntuoso teatro del Buen-Retiro, resonando en todos ellos las producciones innumerables de Lope de Vega, Calderón , Tirso de Molina , Morolo, Solís, Rojas y otros infinitos que suministraban á la decidida afición del público un alimento inagotable. Pasó esta época; vino otra de privación, y apenas los últimos acentos de Cañizares, Candamo y Zamora lograron sostener el renombre de nuestro teatro en medio de aquel universal silencio. «La Talia Española, dice Jovellanos , habia pasado los Pirineos para inspirar al gran Moliere»; y cn t a n to ni el t r i s t e reinado de Carlos I I , ni las agitaciones de la guerra de sucesión que siguieron después , eran á propósito para h a cerla tornar á nuestra nación. Contribuyó después ¡i p r o longar su olvido la construcción del teatro de los Caños del Peral, en principios del siglo pasado, donde representaba una compañía de italianos, y mas que todo la afición que despertó Fernando VI á las óperas de aquella nación que se empezaron á ejecutar en este teatro y en el del R e tiro.

No eran ya las gracias sencillas del ingenio las que llamaban la gente á los t e a t r o s , sino el aparato de la escena, la magnificencia en los edificios y decoraciones y el sonido brillante y armonioso de las mas» escogidas orquestas, las vistosas danzas y todos los r e c u r s o s , en fin, que emplea el arte para la seducción de los sentidos. Los mas célebres a r tistas venidos de Italia y otras partes sorprendían con su habilidad. El t e a t ro de los Caños, mucho mas espacioso y elegante que los antiguos , e r a un sitio digno de t a n bellos espectáculos; pero dónde sobresalían estos hasta un punto de magnificencia sorprendente, era en el del Retiro , colocado enmedio de los estensos j a r d i n e s , que á las veces s e gún lo pedia el drama , servían de decoración , pudiéndose yer maniobrar en ellos tropas de caballería, y haciendo la ilusión tan verdadera, que desaparecía toda idea de ficcio n escénica. En t a n to los dos corrales de la Cruz y del Principe, ocupados por los mosqueteros y gente de broma, ofrecían un campo indecoroso de batallas continuas de los aficionados y s u s partidarios. La medianía de los a c t o r e s , lo mezquino de la escena, la ninguna propiedad cn trages y decoraciones, la poca comodidad de los c o n c u r r e n t e s , y mas que t o d o , lo soez y grosero de las piezas que por e n tonces sostenían la escena , bajo la iníluencia de los Cornelias y Zavalas, eran causas todas que reunidas produgeron en nuestro teatro el estado en que le pinta el célebre Moratin en La Comedia Nueva. Pero las medidas del gobierno que empezaron á alejar las causas físicas dc este desorden, arreglando la mejor disposición de los t e a t r o s ; el buen gusto que se estendió con las bellas producciones dc Morabu , Iriarte , Quintana y otros vario-; y finalmente la aparición en la escena de dos genios verdaderamente sublimes, la Rita Luna é Isidoro Maiquez, fueron bastantes á hacer ganar al t e a t ro el puesto que debia ocupar, y á llevarle entre nosotros á un cierto grado de decoro. La guerra de los franceses, la destrucción de los dos hermosos teatros del Retiro y los Caños, y las circunstancias turbulentas y poco apropósito que desde principios de este siglo ocuparon á España, hicieron sentir su influencia e n l a escena; y h a biendo desaparecido los principales t e a t r o s , los primeros autores y los actores mas distinguidos, volvió á caer cn una medianía t r i s t e , si bien no se resentía ya dc aquello falta de decoro, y propiedad que tuvo en cl «siglo pasado , pues aunque lentamente sc hacían sentir en ella los progresas del entendimiento, los adelantos de las artes , y el imperio, en nn , de la razón La afición del público, la aparición en la república literaria de muchos jóvenes y distinguidos poetas Y la de nuevos actores escelen’es, entre los cuales no podernos menos de citar á los señores Latorre, Romea. (Jarcia Luna y Guzman ; las señoras Matilde Diez, Llórente y La Madrid, volvieron a l a escena el perdido prestigio, y nunca, desdo la época de Felipe IV se ba observado en» ella tal abundancia dc producciones originales , tal brillo y elegancia en la ejecución, tal entusiasmo de p a r te del público. Por desgracia su incansable curiosidad no se satisface con las muchas obras de nuestros ingenios contemporáneos, y la moda que antes daba la preferencia á las antiguas comedias de capa y espada, niega hoy sus favores á ios ingeniosos enredos de Lope y Calderón , razón por la cual tienen que alternar harto frecuentemente en nuestra escena propia, los 7 7 7 autores franceses, el infatigable Scribe, los terribles lingo y pumas el clásico Delavigne y otros menos célebres , con quien tienen que sostener formidable competencia nuestros modernos y distinguidos autores dramáticos, cuyos nombres son bien conocidos y justamente apreciados «del público. La poca ó ninguna protección que h a s t a el dia han tenido las empresas de t e a t r o s y las escesivas cargas que s o bre ellos pesan , han sido causa sin duda alguna de que no hayan tenido efecto las subastas abiertas e l l o y 24 dc marzo del presente año de 1848; la primera por falta de Imitadores, y la segunda por no haberse considerado admisibles ninguna de las proposiciones que se presentaron, se acordó por el ayuntamiento se remitiese al gobierno el espediente original para que resolviese lo mas conveniente. Este paso produjo la real orden del 12 de abril por la que el Gobierno mando que el teatro del Principe quedase por el presente año Cómico á cargo y bajo la administración de la corporación municipal. Esta manifestó en contestación, la imposibilidad en que se hallaba de dar cumplimiento á la citada real orden, alegando varias razones , siendo la mas p r i n c i pal el mal estado de los fondos, y resultando de aquí varias conferencias entre el señor alcalde corregidor, la comision del ayuntamiento y el ministro de la Gobernación, en las cuales convencida la comisión del ayuntamiento por su p a r te de la necesidad de dar cumplimiento á la orden del Gobierno, y el ministro por la suya de que e s t a nueva carga era insoportable á los fondos municipales , se convino el ayuntamiento á tomar á su cargo la empresa del t e a t ro del Principe, ofreciendo solemnemente el ministro cargar en el presupuesto de gastos imprevistos de su ramo las cantidades que resaltasen en pérdida á los fondos municipales. Bajo esta principal condición, y otras de menor importancia que seria prolijo enumerar, p»rocedió la comision del ayuntamiento á formar la compañía, cuyo personal y mérito ya conoce el público, abriendo con ella el teatro el domingo de Pascua. Besulta, pues , que por primera vez en España (y ya e ra tiempo), el gobierno trata de proteger de una manera mas ó menos directa , pero positiva, el teatro n a cional, proporcionando recursos al del Príncipe para que pueda dignamente sostener el decoro del a r t e y dc los que a él se dedican en sus diferentes ramos; mantener nuevas las antiguas glorias de la escena española, y con ella el n o ble estimulo cielos que en el cha aspiran á igualadas, y abierta la escuela del buen gusto literario, de las costumbres decentes , de las tradiciones gloriosas, donde cl autor dramát i c o , o! actor y el público pueden acudir con provecho y aprender los linos ¡a verdadera elevación v la filosofía del a r t e , los otros el modo de interpretar las concepciones del poeta sin desvirtuarlas , debilitarlas ó trastornarlas e n teramente ; y por último, los espectadores á recompensar y apreciar con justicia el mérito del conjunto y dc cada una de las partes que componen el espectáculo cosa que tiene que aprender mas de l o q u e á la mayor parte les p a r e c e , y mucho mas q u e enseñar