l. agregado al ayunt, de Llovera , en la provincia de Lérida (13 leg.), partido judicial» y diócesis de Solsona (2), audiencia terr. y ciudad g. de Rarcelona (15) se compone de 3 CASAS de campo separadas una de otra, y SIT. á la falda de una montaña denominada So Pedro, donde reina el viento del O. llamado sereno, y el CLIMA es sano; ademas de dichas casas hay una iglesia (Sta. Maria;, aneja de la parr. de Torre de Nagó, y una ermita con el mismo titulo; asi como ruinas de diferentes masías, que fueron incendiadas en la pasada guerra; los veciudad se surten de agua de balsa. Confina el término porN.
Miraver; E. y S. Llovera , y O. Lloverola se estiende 1/2 leg. por el primer punto, y’4/4 por los demás. El TERRENO es de secano y montuoso, con algun monte bajo, CAMINOS el que dirige desde Riosca á Solsona en buen estado-, recibe la CORRESPONDENCIA del último punto por espreso, PROD. centeno , espelta y ordio; cria ganado lanar y cabrío, y caza de liebres, conejos y perdices, POBL. 4 vec , 22 almas.
RIQUEZA IMP. 12,963. CONTR. el 14’48 por 100 de esta riqueza.
HISTORIA. Peracamps y las formidables posiciones y desfiladeros de sus cercanías «han sido muy célebres , particularmente en la guerra civil seguida á laí muerte de Fernando VII dos espediciones deben citarse con especialidad, por haber sido de las mas notables que ofreció aquella sangrienta Túcha, y haber brillado en ambas la pericia militar y valor de nuestros generales, y el heroico esfuerzo y dispueblo ciplina de los soldados que derramaron su sangre bajo , ambas banderas.
Del 20 al 21 de abril de 4837 habia sido ocupada Solsona por el carlista Tristany el barón de Meer, que ejercía el mando en gefe del ejército de Cataluña, corrió al socorro de los que se habian refugiado en el convento (V. Solsona).
Casi todas las fuerzas carlistas catalanas se agolparon á estos puntos, tan difíciles, para impedirle el paso. A las once de la mañana del 30 de dicho abril encontró á los carlistas posicionados sobre las casas de Vallforosa; y el coronel Clemente, que mandaba la vanguardia, los arrojó de ellas.
Volvieron á presentarse en Peracamps con mayores fuerzas, y los desalojó el batallón de Oporto. Durante la marcha, avanzando siempre, cinco veces se vieron atacadas por retaguardia las tropas de la Reina, y tuvieron que arrollar á un enemigo también valiente y obstinado. Ya de noche, llegaron al puerto de Llovera, y en él sufrieron repetidos ataques por el flanco izquierda y retaguardia, consiguiendo rechazar á los carlistas con mucha sangre de unos y otros.
Campó el barón de Meer al frente de las fuerzas carlistas hasta el dia siguiente, á una hora de Solsona. No pudieron acudir en su socorro las fuerzas que esperaba, con lo cual, y la escasez de víveres y municiones, llegó á verse en circunstancias muy penosas; mas esta situación no bastó á abatir no solo á un general tan distinguido por su pericia y bizarría, sino que m la bravura y decisión de sus soldados.
El general barón de Meer volvió á emprender su marcha á las tres de la madrugada del dia siguiente , formando con todas sus tropas una columna cerrada, á cuyos flancos iba la artillería , y era su ánimo abrirse paso á la bayoneta en caso de necesidad. Nuevos y redoblados ataques continuaron dirigiéndole los carlistas; pero avanzando por escalones la columna, siempre vencedora, logró posicionarse mas ventajosamente se adelantó la caballería mandada por el coronel D. Manuel Pavía, y cargó á los carlistas, que retrocedieron y evacuaron á Solsona, quedando colmada la empresa del distinguido general barón de Meer valerosa y sabiamente dirigida. En estremo memorable fue también la segunda espedicion anunciada, que ocurrió el año 4840.
Mientras que se terminaba la guerra civil de Navarra y provincias Vascongadas en los campos de Vergara, y las tropas liberales triunfaban en Aragón y Valencia, los carlistas ue Cataluña elegían el punto de Peracamps para hacer uno de los últimos esfuerzos por la causa que defendían. Sabían ue el general D. Antonio Van-Halen, encargado del mando el ejército de Cataluña en 20 de febrero de 1840 , se hallaba reducido por lo escaso de sus fuerzas á una guerra defensiva protegiendo mas de 260 pueblos fortificados, y defendidos casi en su totalidad por las Milicias Nacionales respectivas, y cubriendo el tránsito de los convoyes. En esta aventajada situación, determinaron esperar «el paso del convoy que debia socorrer á Solsona y su cast. Conociendo que el general Van-Halen habia de éstremar sus recu sos fiara el logro de esta empresa, aplazaron también todas sus uerzas contra ella. Pusieron el mayor conato .en fortificar los puntos mas inespugnables de los desfiladeros del transito.
El general Van-Halen no pudo estorbar estas operaciones.
Por fin, habiendo logrado reunir 18 batallones, 700 caballos, 4 piezas rodadas de á 12 y la artillería de á lomo, contando con el muchísimo conocimiento que tenia del terreno en que iba á obrar, y con las brillantes cualidades de sus subordinados, emprendió la marcha con un convoy de 900 acémilas cargadas de raciones. Los carlistas, en un mes de empeñados trabajos, habian fortificado 17 casas, todo el pueblo de Peracamps y 3 reductos artillados en contorno de unas casas de piedra de sillería, que formaban una especie de caballero el mismo cerro de Peracamps, por medio de 3 líneas de parapetos, acababa de ser inaccesible 20 batallones, 700 caballos y bastante artillería cubrían estas formidables posiciones. El general Van-Halen avanzó con el convoy hasta Riosca, mas creyó no deber continuar su marcha y comprometerse en empresa tan difícil como era desalojar á un ejército considerable y tan bien posicionado con el embarazo de las acémilas. Así dejó el convoy en dicho pueblo de Biosca el 23 de abril, y campó aquella noche á lo vista de Peracamps. Allí tuvo noticia que el general carlista Segarra , pensando que marchan? con el convoy, se habia emboscado con 9 batallones y toda su caballería á la der. de la dirección á Peracamps para caer sobre el convoy cuando fuese atacado aquel cerro. Reunió sus generales subalternos; les manifestó su plan, y les dio sus instrucciones. Asi que amaneció, marchó al ataque, dejando al general D. Antonio Azpiroz con 9 batallones y toda la caballería en el punto por donde debia aparecer Segarra.
Tomó á la cabeza de las tropas la posición anterior á la de Peracamps y el cerro de este nombre, en columna cerrada con arma á discreción, y desde él vio marchar al general en gefe carlista que , encontrándose chasqueado por hallar las tuerzas de Azpiroz en lugar del convoy que presumía, y tomada tan rápidamente la posición tenida por mas inespugnable, se dirigió á su der. para reconcentrar todas sus fuerzas sobre la cordillera y reductos de Serra Seca. El general Van-Halen previno entonces al general Azpiroz se reuniese á su der., y reunidas todas las fuerzas continuaron el ata- 3ue arrojando de posición en posición á los carlistas. El reuclo de Serra Seca era muy fuerte , y su artillería hacia notable daño. Con mucha dificultad, por la naturaleza del terreno, estableció las 4 piezas de á 12, que jugaron contra él; pero el gran desnivel por la elevación del reducto, y la falta de esplanadas ó terreno llano, hizo que los fuegos fuesen poco certeros, por lo que antes de dar lugar á que se desvirtuase la fuerza moral de esta arma, determinó el asalto , que le puso en posesión del reducto y demás posiciones inmediatas. Para completar la derrota y dispersión de los carlistas , hizo adelantar sobre su der. al general Azpiroz , quien cogiendo un cañón de á 4 y recibiendo la gloriosa herida que le costó la vida , completó la brillante victoria de aquel dia, en que desde los generales hasta el último soldado rivalizaron en valor y decisión jamás un general en gefe desplegó mayor acierto ni fue mejor secundado.
Campó su ejército donde lo habia hecho el enemigo la víspera de la batalla, que costó al vencedor mas de» 300 bajas entre muertos y heridos. El 25 marchó á su campamento del 23, desde donde envió á Riosca los heridos y la artillería rodada , que debia serle ya embarazosa. El 26 se dirigió con el convoy á Solsona; y aunque habia destruido y quemado las fortificaciones del tránsito, volvió á encontrar á los carlistas en las mismas posiciones en que los habia batido el 24. En este dia conoció deber esperarlo todo de su dirección y fortuna, sin que fuese necesario contar con el valor de una tropa vencedora. Hizo crecer á los carlistas por sus maniobras que iba á atacarlos como en los dos dias anteriores, y en efecto empezó á hacerlo tiroteando á sus puestos avanzados y presentándoles las columnas de ataque pero entretanto el ejército, cubriendo bien su marcha de flancos, se dirigió sobre las montañas de la der., que atravesó, y cayó al llano de la otra parte del desfiladero. Allí les ofreció constantemente la batalla; pero no se atrevieron á bajar de sus alturas, y entró en Solsona maniobrando como en una parada, sin mas pérdida que 9 heridos , entre ellos levemente el brigadier D. Juan Van-Halen, que mandó la brigada que cubria la marcha, única que entró en fuego.
Habiendo permanecido el 27 en Solsona, para proveerla de leña, que era preciso cortase el soldado á vista del enemigo, el 28 al amanecer emprendió su marcha, esperando encontrar nuevamente á los carlistas y obtener sobre ellos mayores ventajas con soldados victoriosos, llenos de entusiasmo, y 900 acémilas descargadas, que tanto podian servirle para la conducción de heridos. La fatalidad hizo que el general en gefe fuese el primer herido del ejército, atravesándole una bala la mano izquierda, lo que le impidió continuar personalmente en primera línea, cosa tan necesaria para un general en gefe en la guerra de montaña; sin embargo, dirigió el primer ataque y se puso el ejército en posesión de la cordillera que ocupaban los carlistas ya no era posible perseguirlos en las montañas, y dirigió la continuación de la marcha á Riosca, haciéndola en escalones y causando gran pérdida á los carlistas, que en los dos dias de batalla tuvieron 2,300 hombres de baja entre muertos, heridos y prisioneros, contándose entre los segundos el mismo general Segarra. La gravedad de la herida impidió al bizarro y esperto general Van-Halen continuar personalmente á la cabeza de las tropas, y para curarse pasó á Rarcelona , sin dejar por ello el mando, que desempeñó constantemente, i Por las espresadas batallas S. M. le honró con el título de | «conde de Peracamps.» El Congreso de los Diputados á i propuesta de varios individuos de su seno, acordó un voto de gracias á este distinguido general y á los gefes, oficiales y tropa de su valeroso ejército. Fueron innumerables las muestras honoríficas semejantes, las felicitaciones y hagasajos que merecieron por espedicion tan gloriosa. Diputado el que estas lineas escribe, tuvo una parte muy principal en el voto de gracias, que por unanimidad le dieron los representantes del pi/eblo. Mas tarde, en la desgracia, viviendo en tierra eslraña. ha tenido el gusto de conocer personalmente al Sr. Yan-Halen y admirarle por sus virtudes no hay timbre mayor en el mundo que hallar en la emigración, lleno de privaciones, al que ha mandado un ejército considerable v dispuesto de grandes intereses