MUSEO NAVAL (HISTORIA DE MADRID)

plazuela de los Consejosnúm. 1 2 7 » . Con el fin de reunir modelos de buques, armas y otros objetos pertenecientes á la Marina se inauguró este Museo en el palacio de los Consejos el dia 2 1 de noviembre de 1 8 4 3 , habiéndose á poco tiempo traslado al local que ocupa al presente en la casa llamada del Platero por haberla construido un oficial de platería que se enriqueció tanto con el comercio de pedrería, que solia decir «bendito sea Dios , que he levantado una casa como un palacio y tengo una onza de oro para poner debajo de cada teja.)) Volviendo á nuestro asunto decimos, que las salas destinadas al Museo no son adecuadas para contenerle , tanto por su corta estensioncomo por su mala forma. Así se observa que no lucen como seria de d e sear las preciosidades que encierra , pues en el poco t i e m po transcurrido hasta el presente desde su fundacionha t o mado esta colección un incremento, que á no verlo realizado, parecería difícil de conseguir. Débese principalmente á los gefes de los departamentos y apostaderos de Ultramar, á muchos particulares que han contribuido generosamente, correspondiendo con loable celo á las invitaciones que les fueron hechas, y por último á que S. M. dispuso que todos los objetos marítimos pertenecientes al Real Patrimonio se incorporasen al naciente Museo. Distribuidos con harta confusión por lo reducido de las salas, se ven diferentes modelos de buques, entre ellos uno con tornillo de Arquímedes hecho en Inglaterra; varias gloriosas banderas de los batallones de marina desde su fundación, colecciones de j a r cias fabricadas en España, que no ceden á las mejores del estrajero y gran número de instrumentos, desde la ballestilla con que observaba Colon hasta el círculo de Rordá, elmas moderno y perfecto que se conoce. Hay asimismo 3 modelos de arsenales muy notables, mereciendo particular atención entre infinitas preciosidades, cuya enumeración seria muy prolija, una águila regalada por Napoleón al navio Atlas, y mas que todo el pequeño cuadro que representa la Santísima Trinidad. Esta pintura de ningún mérito a r tístico, es una singular preciosidad por su interés histórico, pues ante ella se decia misa en el navio Trinidad, y habiendo sido testigo del heroísmo de nuestros marinos en Trafalgar, el almirante Colingout sucesor de Nelson hizo buscar este cuadro, y unido con el sable que hay delante de él lo remitió á España, no queriendo llevar como trofeos de la victoria estos objetos dignos de veneración. El sable p e r t e neció al general Uñarle á quien se lo habia regalado Bonaparte.

Muchos primores artísticos , muchos recuerdos h i s –