Prólogo

Ocupado en los años 1833, 34 y parte del 35 en redactar el Diccionario geográfico universal que se publicaba en Barcelona; hube de conocer, por las noticias que remitíanlos pocos pero .ilustrados corresponsales que aquella empresa tenia en algunos puntos de España, que era indispensable publicar un Diccionario Español, siguiendo los adelantos de la época y dando á la parte estadística toda la importancia que esta ciencia reclama en los tiempos modernos. Alentábame para emprender este trabajo la correspondencia de varios amigos; pero al propio tiempo, me retraía del proyecto la consideración importante de las graves dificultades con que otros escritores habian tropezado al redactar obras de esta misma naturaleza. Al leer el Diccionario que en 1786 publicara el coronel Alcedo; al estudiar la obra de Echard escrita en inglés y traducida del francés en 1793 por Montpaláu; al examinar con toda detención, con la detención que reclama un trabajo de tanto mérito, la manifestación franca que hizo la Academia de la historia en su introducción al Diccionario geográfico é histórico de España, en su sección primera y desgraciadamente última, sobre el reino de Navarra*, señorío de Vizcaya y provincias de Álava y Guipúzcoa; al observar los obstáculos que encontró D. Sebastian Miñano, aun para dar su obra con los defectos que contiene; hube de vacilar, lo confieso, porque no podia comparar mis fuerzas con las de aquellos ilustres escritores, ni menos creer por un solo momento, que , habiendo abandonado la Academia de la historia compuesta de hombres ilustrados y laboriosos, su primitivo pensamiento de publicar un Diccionario geográfico-hisiórico de España, cuya necesidad y utilidad reconocía, confesando paladinamente, que desistia de su proyecto por las muchas dificultades casi insuperables que se oponían á tan útil empresa, pudiera yo dominar tantos inconvenientes, reunir los elementos necesarios y publicar en su dia un trabajo de esta especie. El pensamiento sin embargo estaba concebido, y adoptada también la resolución de realizarlo á despecho de todo género de contratiempos. Pero sea por la naturaleza de la obra, sea por las circunstancias fatales en que la emprendiera; á saber, cuando principiaba la guerra civil, que por espacio de seis años ha devastado nuestro suelo, cada dia hallaba mas dificultades y me persuadía de la verdad que el Miñano había sentado en su prólogo al decir, que se necesita mas fuerza para continuar una empresa útil que para emprenderla. Mas leia yo una y otra vez los trabajos de la Academia de la historia, y una y otra vez también reconocía el importante servicio que habia prestado aquella Corporación , describiendo cuatro provincias, que serán siempre tanto mas apreciadas, cuanto sean mas bien conocidas. Pero examinaba una y otra vez la obra de Miñano, y aunque observaba alguna ligereza al redactar los artículos, resultado natural de la precipitación con que se habia escrito, no podia menos de reconocer, que también este escritor habia contraído un mérito señalado, haciendo una publicación, en la que, con mayor ó menor exactitud, estuvieran descritos los puntos mas importantes del territorio castellano. No se crea por esto, que yo me declaro apologista de la obra de Miñano; tiene su Diccionario grandes defectos, como grandes serán los que tenga el niio: hago sí, justicia al liümbre, que acoinetiú tan colosal «apresa, enseñando el camino á otros que mas adelante pudieran perfeccionar su trabajo. Miñano pudo haber incurrido eu muchos menos errores, si hubiera examinado y comparado las noticias que reunía y no hubiese confiado tanto en las personas que las remitían, puesto que generalmente las habia pedido á Ciudadanos , de cuya ilustración ni podía, ni debía estar seguro.

Pero como mi carácter distintivo es la constancia, y como mi decisión crece siempre, á medida que se aumentan las dificultades, no abandoné el trabajo una vez emprendido; y lejos de eso, á costa de toda clase de sacrificios, procuré reunir los materiales necesarios, metodizar la marcha y redactar los artículos bajo un sistema adoptado desde un principio.

Mi primer cuidado fué reunir las obras necesarias para esta clase de trabajos, entresacar de ellas los datos convenientes, estudiar en las mismas las, cuestiones mas importantes. Y hago esta solemne declaración, porque en<mi juicio, es vergüenza noble y agradable (Plinio) confesar el beneficio recibido, nombrando aquellos de cuyas luces nos hubiésemos aprovechado. Al terminar este prólogo pondré un catálogo de las obras que he consultado para los datos de geografía, de estadística y de historia.

Desde un principio, pude conocer que en esta clase de obras mas que en otra alguna, se necesita método, investigación, examen, crítica y comprobación: sin abandonar, pues, un solo instante este pensamiento , he revisado una multitud de libros antiguos y modernos, nacionales y estrangeros, he recorrido los archivos generales del Estado y de no pocos particulares, he visitado las bibliotecas públicas y las oficinas del Gobierno, tomando notas de cuantas noticias pudieran ser útiles para la perfección de mi trabajo, y copiando crecido número de documentos olvidados (á pesar de su importancia) tal vez desde el dia siguiente en que fueron estendidos.

Y no se crea que las obras consultadas, los .espedientes examinados, los documentos copiados, á

fiesar de los datps y noticias que contenían, me proporcionaban los materiales que yo necesitaba para loar adelante mi pensamiento. El tiempo que había transcurrido desde su publicación, habia hecho perder la importancia de la mayor parte de estos trabajos: los datos estadísticos, útiles en otra época, exactos si se quiere, servían muy poco en el tiempo en que esta obra se trabajaba: las vicisitudes, porque ha pasado España, habían cambiado completamente el aspecto de puntos importantes de nuestra nación. En vano se buscarían hoy muchas muy ricas y populosas ciudades y villas descritas con tino v maestría por los geógrafos de otros siglos: gran número de pueblos han desaparecido, sin que ni de su importancia, ni de su riqueza, ni de su inmenso gentío, quede en el dia otra cosa que algunos pequeños y separados caseríos, montones de ruinas y escombros, que ostentan la saña de los enemigos estraños , ó la ciega locura de los mismos españoles, mientras que á pocas leguas ó tal vez á su misma inmediación se descubren otros lugares, otras villas, otras ciudades nacientes, hace poco desconocidas, y que desde luego sobrepujan en riqueza y en población á los vecinos pueblos que en las guerras desaparecieron. En vano se buscarían igualmente muchos de aquellos montes cubiertos de bosques, poblados de robustos pinos, hayas, encinas, y otras varias especies de árboles; montes que criaban maderas útiles para la construcción, y que alimentaban nuestra marina, cuando eramos con justicia considerados como la principal potencia marítima europea y cuando nuestra resolución, nuestro valor y nuestro desprendimiento nos daban derecho á la posesión esclusjva de todos los mares del mundo por nosotros descubierto. Las continuas, rápidas, y en largas épocas no interrumpidas guerras; la miseria de los pueblos, consecuencia natural de tantos desastres, asolaron en gran parte aquellos elementos de riqueza pública, y en su lugar, solo se encuentran hoy cerros pelados, cubiertos cuando mas de arbustos sin importancia y sin valor, que solo sirven para recordar la riqueza que ha desaparecido de aquellos puntos.

La España de 1845 no es, está muy lejos de ser, la España del siglo XY1U, la España de la guerra de la Independencia, la España anterior á las reformas hechas por la revolución. Terrenos, cultivados antes, se han visto después abandonados por causas de todos conocidas, pero de todos tal vez no debidamente apreciadas, al paso que otros anteriormente incultos, hoy dan frutos escelentes, abundantes en su cantidad por fortuna, escasos en su valor por desgracia.

Por estas ligeras observaciones se conocerá fácilmente, que sí los libros consultados podían servirme para escribir la parte histórica, aplicando los hechos que á cada población que se describiese, correspondían, poco me aprovechaban para redactar algunos artículos geográficos, y mucho menos para presentar noticias estadísticas, acomodadas á la situación que hoy presenta nuestra España. Era, pues, forzoso decidirme á adoptar, á fin de preparar los trabajos necesarios para la publicación de. mi obra, una de las tres determinaciones siguientes: 1.» recorrer con detención todas las provincias de España; 2.» pagar en cada una de ellas comisionados de moralidad é inteligencia; 3.’ escitar el celo de personas ilustradas, quienes, convencidas de la bondad y de la utilidad de mi pensamiento, quisieran prestarme su cooperación, su apoyo, sin género alguno de interés mezquino, guiados únicamente del amor á las ciencias y estimulados tan solo por el bien de la patria. El primer medio presentaba una imposibilidad material y por consiguiente invencible, á saber, que no alcanza la vida de un hombre para desempeñar estos trabajos: el 2.° ofrecía para mi dificultades insuperables, porque nacido yo de humilde familia, y escaso de medios de fortuna, de los medios necesarios para sufragar los gastos de tan gigantesca empresa, no podía pagar el merecido precio de los esfuerzos de los comisionados: adopté pues la última resolución, como única que me quedaba, y también en mi juicio como la mejor para coordinar y perfeccionar los trabajos. Por medio de mis numerosos amigos, obtuve la designación de las personas mas á propósito para esta clase de tareas en los diferentes partidos judiciales en que se hallan divididas las 49 provincias: muchas fueron las personas por mi invitadas para tomar parte en mi Diccionario, y escasas fueron, debo decirlo con orgullo, las que á mi invitación no correspondieron. Pasan de mil los ilustrados españolea, que con el mayor desinterés me han favorecido y me favorecen con su correspondencia, remitiendo noticias, enviando artículos, corrigiéndolos después, por si alguna equivocación pudo haberse padecido. A estos colaboradores, hoy mis amigos, cuyos nombres daré á conocer con entusiasmo y por gratitud, si logro vencer su escesiva delicadeza, que ecsige de mí por hoy el sacrificio del silencio, á estos colaboradores repito, á su incansable laboriosidad, á su celo por una obra de. este género, la mas completa de cuantas hasta el dia se han publicado, debo el haber reunido materiales para mas de cien volúmenes, materiales que yo no podré utilizar, pero de los que en su dia entregaré una copia á la corporación que designe el Gobierno, cualesquiera que sean las personas que le compongan, para que mas adelante puedan aprovechar las interesantes noticias que contienen, y que no puede comprender una obra de suyo bastante voluminosa, de suyo bastante cara.

Pero no bastaba la reunión de tantos datos, de tantos antecedentes para suponer que la obra estaba concluida, para decir que la obra era perfecta: la reunión de los materiales ya tomados de ,los. libros anteriormente publicados, ya recibidos de los ilustrados y celosos colaboradores, era el primer paso, era el paso á no dudarlo mas importante, asi como era también el mas dispendioso. Faltaba sin embargo el examen, el análisis, la crítica, la comparación, la rectificación, en fin, de los trabajos obtenidos y emiados, y esta tarea era ardua y penosa como puede conocerlo el que á obras de este género se haya dedicado, el que considere la crítica situación de un hombre abandonado á sus propios recursos pecuniarios, sin otro ausllio en Madrid que el de los empleados en sus oficinas, jóvenes que unen al celo la voluntad, á la inteligencia el patriotismo, al desinterés la amistad deque me han dado inequívocas pruebas, en épocas difíciles y angustiosas (1).

Titúlase mi obra, Diccionario yeoyrá/ico-estadistico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar; y ese título que pudiera parecer vano y pomposo, corresponde sin embargo fielmente á la intención, á la idea que tengo formada de mi libro; cuyo objeto principal debe ser, según yo entiendo, el dar á conocer con la estension posible lo que es, lo que en su dia podrá ser, y lo que fue en otro tiempo el país que se describe, cosa que uo puede conseguirse sino por medio de la geografía, déla estadística y de la historia.

Sin la geografía física y civil no es posible conocer el pais de cuya descripción un escritor se ocupe: y aun para que este conocimiento sea exacto, para que pueda producir las ventajas que de él deban obtenerse, se hace necesario inquirir con el mas esquisito cuidado y con el mayor detenimiento la existencia de todas las poblaciones, por pequeñas é insignificantes que sean, sus verdaderos nombres, ó de ser varios, aquel por que son comunmente conocidas, su categoría, su clase, capitanía general, audiencia territorial, provincia, diócesis, partido judicial y administración de rentas á que pertenecen; espresarulo si tiene termino, jurisdicción ó parroquialidad propia; manifestando si su territorio está enclavado en otro, ó si depende de otra jurisdicción y feligresía. En mi concepto, el Diccionario que mayor número de poblaciones contenga, y que presente mas objetos, que sin ser puntos donde estén aglomerados los habitantes, ó que no estén habitados, merezcan sin embargo describirse por cualquier circunstancia que los haga notables, será el mejor trabajo de este género, el mas útil, el mas importante: de este modo, si se trata de puntos habitados, el gobierno y los gefes de los diferentes ramos de la administración pública pueden comunicar fácil, pronta y seguramente las providencias necesarias para la seguridad del ciudadano tranquilo y laborioso, al paso que si el punto es inhabitado se hace también indispensable conocer, bien sea los elementos de riqueza que encierra, bien sea los recuerdos históricos que su descripción inspira.

Desde el primer momento, conocí la importancia de este trabajo y la necesidad de dedicarme ú él con preferencia, si quería que mi Diccionario aventajase á todas las obras de la misma especie publicadas anteriormente, si quería que la marchasuccesiva de la redacción fuera menos difícil y menos complicada, y sobre todo, si quería describir cuanto hay, aun fuera de las poblaciones, digno de describirse en nuestra patria. Fué, pues, mi primer trabajo disponer la formación de un nomenclátor abundante de curiosas indicaciones, operación en que invertí no escaso caudal, no poco tiempo. No es de mi incumbencia seguramente manifestar el mérito de esta parte de mi obra: para formar de ella un juicio bastante esacto, considero suficiente decir, que solo las cuatro primeras letras de mi Diccionario comprenderán aproximadamente los veinte y siete mil artículos que el Miñano empleó al describir la España y Portugal en todas las combinaciones alfabéticas. Pocos trabajos pueden emprenderse ni mas molestos, ni mas ásperos , ni mas desabridos, que los que se necesitan para formar un exacto nomenclátor de los objetos descriptíbles de una nación cualquiera.

Para conseguir mi designio reuní cuantos datos sobre el particular se habían publicado en épocas anteriores próximas y lejanas, habiendo conocido muy luego que las obras consultadas no llenaban mi objeto, ó al menos no satisfacían todos mis deseos. La España dividida en provincias é intendencias, obra formada por real orden de 22 de marzo de 1783 á instancia del conde de Floridablanca y redactada por D. Francisco Javier de Santiago Palomares, oficial primero de la secretaria de Estado, ofrecía escasas é imperfectas noticias, como trabajo hecho para distinto objeto; el censo de España publicado en 1797; las listas é índices de repartimientos de contribuciones desde el año 1800 hasta el 1834; los datos de 

Mi ñaño, las noticias del Diccionario geográfico universal de Barcelona, la subdivisión en partidos judiciales de la nueva división territorial de la Península decretada en 21 de abril de 1834, cuyo espediente voluminoso he consultado con toda detención, todos estos trabajos laudables, útiles, me presentaban imperfectamente el nomenclátor de poblaciones y no todas; pero apenas me servían para formar el general que abrazase todos los demás objetos descriptibles que deben ocupar al escritor de un Diccionario geográlico, estadístico é histórico. Un trabajo hallé bastante completo, hecho con maestría, redactado con abundancia de conocimientos y no escasez de materiales, el censo de población de las provincias y partidos de la corona de (¡astilla en el siglo XVI, trabajo hecho en el año de 1829 por D. Tomás González; pero no comprendía todas las provincias de España, se refería á una época muy antigua y no presentaba el nomenclátor tal y como yo lo deseaba. Procuré, pues, suplir esta escasez de datos con índices curiosos é importantes, índices de objetos descriptibles que mis laboriosos corresponsales me remitieron, bien que habiendo tenido el disgusto de que algunos no comprendiesen la importancia de ese trabajo preliminar para la futura dirección de mis tareas literarias, privándome por esto de la adquisición, en muy pocos partidos ciertamente, de este dato tan curioso y tan necesario.

Con estos antecedentes, traté de comprobar el verdadero nombre de los pueblos, aumentando los que faltaban en las obras consultadas; de distinguir con exactitud los que llevan un mismo nombre, ya dentro de un mismo territorio ó ya perteneciendo á territorio distinto; de colocarlos en la provincia, en el partido judicial, en la diócesis y en el término á que corresponden en la actualidad, trabajo material de aridez y fatiga, como podrá conocerlo el que se halle algún tanto enterado de esa multitud de feligresías de que se componen algunos ayuntamientos, de esa infinidad de lugares que cada parroquia cuenta en las provincias de Galicia y Asturias (1); quien sepa el número de cendeas de Navarra, de anteiglesias de las provincias Vascongadas, de alquerías, despoblados, dehesas y cotos redondos de Salamanca y Avila, de las aldeas de la Mancha, de los valles de Valencia, de las masías de Cataluña, de los castillos, torres y masadas de Aragón, de los cortijos y caseríos de Andalucía. Para dar en fin, una idea del desorden en que se encuentra esta parte de la administración pública, baste decir que hay aldeas, alquerías y caseríos formando una municipalidad á pesar de hallarse á larga distancia; aldeas, alquerías y caseríos que corresponden á diferente partido y aun á distinta provincia. Sería trabajo ímprobo el hacer ún resumen detenido de las dificultades que me oponían siempre la irregular división territorial, la ignorancia en que se hallan algunas dependencias del Gobierno sobre el número de ayuntamientos y pueblos á ellos agregados en el territorio de su mando , la añeja y monstruosa división eclesiástica, tan poco conforme con la civil, viciosamente también arreglada, y los cambios frecuentes en la administración militar y económica. Constancia, y constancia á toda prueba, he necesitado para no abandonar en algunas ocasiones tan importante trabajo, y á ella he debido el tener ya hoy casi concluido el nomenclátor de toda España en todas las combinaciones alfabéticas, después de haberlo rectificado de mil modos diferentes. No me hago ilusión de que será completo este trabajo; lejos de eso me anticipo yo mismo á reconocer que habré padecido algunas equivocaciones, que habré cometido algunas omisiones, que procuraré rectificar en su dia. En esta clase de obras, es la presunción mal consegero, y yo no soy de aquellos, que creen buenas y perfectas todas sus producciones y que desprecian, sin examen, los trabajos de los que han escrito sobre estas materias de suyo difíciles y desde luego generalmente poco gratas.

Con menos trabajo y con mas gusto he estudiado la geografía física, porque es mas variada, es mas amena que la civil, sin que por eso sea menos importante. Hermana y émula de la historia, si esta domina todas las épocas y todos los siglos, aquella comprende todos los lugares, todos los casos notables á que un historiador forzosamente ha de referirse. Reservado á la historia el presentar como si hoy viviesen las generaciones pasadas, cumple igualmente á la geografía física el trazar y lijar los invisibles cuadros de aquella, conservando en nuestro recuerdo el teatro de grandes virtudes, de grandes miserias , de !;randes crímenes. Asi se observa, que la descripción de un país no puede separarse; está intimamente igada con el estudio del hombre, con el de sus usos y costumbres y con el de las instituciones de su patria. La geografía física, en su mucha importancia, proporciona desde luego á las ciencias políticas datos preciosos, a los diferentes ramos de la historia natural un complemento necesario y á la literatura un tesoro inagotable de vivas sensaciones y bellas imágenes. Por esto mismo, es necesario que haya exactitud y verdad en las descripciones, evitando que un amor mal entendido por su pais, exagere la relación con grandes perjuicios, ó que una funesta prevención destruya el mérito de las localidades mismas que se describen. Deseando, pues, que mi Diccionario presente exactamente las descripciones, he procurado fijar con precisión la situación topográfica de los objetos descriptibles, mencionando los montes que los rodean

(1) Existe una grande dificultad para averiguar los nombres de los distintos lugares y aldeas que forman las feligresías en que se dividen los ayuntamientos en las provincias de la antigua Galicia y Principado de Asturias. Ni el Gobierno, ni las diputaciones provinciales, ni las gefaluras políticas, ni las intendencias tienen ese dato; para obtenerlo, yo me valí desde un principio de toda clase de medios, siu que me dieran resultado satisfactorio. En enero de 1844 , después de haber estudiado detenidamente esta materia, después de haber consultado á cuantas personas naturales de aquel pais pudieran ilustrarme en Madrid, después de haber escrito á mis apreciablcs colaboradores, determiné, por fin, enviar uno de los empleados en mi oficina, nacido en aquellas provincias, para que las reconociera, las estudiara y ofM tuviera como término de sus tareas un dato que parece sencillo, el nomenclátor de los lugares y aldeas: no me arredraba el gasto qué esta comisión había de ocasionarme; deseaba ofrecer este documento á mis suseritores y prestar este servicio á mi pais. Pero era indispensable obtener la protección del (Gobierno, para que todas las autoridades prestasen su apoyo á mi comisionado, encargado muy particularmente por mi de sufragar todos os gastos de impresión y de correo: al efecto me dirigi con una esposicion razonada al Sr. ministro de.la gobernación el marqués de Penailorida , futen el ni» dia que la pretenti , la retolriú negativamente. Debo consignar anui este berno, sin que al hacerlo me guie el espíritu de partido, puesto que hago al misino tiempo la solemne declaración de haber merecido apoyo y protección de algunos de sus compañeros, asi como de otros ministerios y de otras autoridades, á quienes yo he combatido en el Parlamcn lo por sus opiniones políticas. Grave mal me causó esta negativa ; pero yo puedo asegurar á mis lectores que no carecerán de este dato, y que si alpina falta sobre él puede notarse en el curso de la publicación , quedará debidamente corregida al fin del Diccionario.

qu« á su proximidad se encuentran, los nos que los bañan , los viento» que los baten, el clima que gozan, y las enfermedades epidémicas que en ellos se padecen, con manifestación de la causa que las motiva, donde me ha sido posible conocerla. Después de esta descripción lie procurado también hacer una libera reseña de la población misma, hablando de las casas, de las calles, de las plazas, de los establecimientos públicos de beneficencia ó instrucción, de los edificios destinados para el culto y de los otros públicos ó particulares que por su arquitectura ó recuerdos históricos llamen la atención pública, ó puedan ser objeto de la investigación de ilustrados viajeros.Descrita la parte interior de una población, corresponde por su orden describir sus cercanías, haciendo entonces mérito de los paseos, de las fuentes, hermitas, santuarios, casas de recreo, monumentos de antigüedad que con frecuencia se ostentan en las inmediaciones de los pueblos antiguos ó de las poblaciones modernas, situados en puntos pintorescos. La descripción del término viene después por un orden natural, y su importancia se conoce fácilmente con solo considerar que alli está la principal riqueza, cuando se trata de una nación esencialmente agrícola. Describir todo cuanto el término contiene, los edificios que presenta, el terreno que se cultiva con espresion de sus producciones; los rios que le cruzan indicando el territorio que fertilizan con sus aguas y los puentes que facilitan su tránsito; los montes que existen haciendo mérito de los árboles que los cubren, de las maderas de construcción ó que son útiles para el carboneo; dar, en lin, una idea exacta de lo que ofrece, de lo que el término produce, de las mejoras que reclama ; es trabajo que he considerado de la mayor importancia y por esto, especialmente en poblaciones notables, la descripción tiene que ser detenida y á las veces minuciosa, Asi la geografía civil y la geografía física quedan presentadas en su parte mas importante, pudiendo formarse una idea exacta de la población, de sus cercanías, de su término y conocerse con este estudio la condición venturosa ó miserable de los habitantes y hasta el porvenir de los pueblos que con exactitud se hayan descrito.

La ciencia de gobernar es tan antigua como la sociedad misma, puesto que desde el primer momento en que los hombres Re reúnen por primera vez, se hace indispensable establecer entre ellos una forma de gobierno y adoptar leyes que repriman las pasiones brutales é imposibiliten en cierto modo los efectos de la venganza: de esta necesidad han nacido todas las constituciones; y á ella es también debida la independencia política que han proclamado siempre los estados con derechos diferentes, con pretensiones distintas, con intereses opuestos. Asi constituidas las sociedades, cuando en las diferentes naciones aparecía la mas ligera diferencia, decidían las armas de la suerte de los estados, dando siempre la ley el mas emprendedor, el mas atrevido ó el mas afortunado. Pero cuando fueron progresando las sociedades bajo mas felices influencias, cuando la guerra llegó á ser un arte de difícil estudio, la política un sistema de perfección para proteger toda clase de intereses, y la justicia la regla de los magistrados para defender el honor, la rida y las propiedades, entonces los distintos gefes de los respectivos estados dirigieron toda su atención á establecer la preponderancia y seguridad de su pueblo sobre los otros pueblos. Las guerras, ya civiles, ya estrañas, nos presentan desde su origen rivalidades, combates,, escenas sangrientas, esterminio de poblaciones; al paso también que ofrecen acciones heroicas, casi todas hijas de la ambición mas ó menos noble. Por largo tiempo ha sido la guerra el móvil de todos los tratados diplomáticos, y de todas las determinaciones internacionales. Solo desde el momento en que por la fuerza misma de las cosas, por el imperio de las circunstancias, se estableció el nivel del poder entre muchos estados, sucedieron á los hábitos guerreros, incompatibles con los progresos de la civilización, los principios políticos y el espíritu de gobierno. Desde aquella época, los gefes del poder público, lo» legisladores, los generales principiaron á calcular las fuerzas, los recursos y el poder del estado, no por la valentía de sus soldados, no por la intrepidez de sus guerreros, no por el número de sus combatientes, sino por la estension del territorio, por el aumento de su población, por el desarrollo de su riqueza. Tal fué el origen de la estadística. Desde aquel momento llegó á ser una ciencia de predilecto estudio, porque los hombres de estado hubieron de conocer que en aquel terreno debían resolvérselas altas cuestiones que pudieran afectar el porvenir de un pueblo: llegó áser la estadística una ciencia, repito, aunque no se la diera hasta principios del siglo XIX el nombre que hoy tiene, debido indudablemente á A. L. Schlozer y John Sinclair. Poco á poco, ha ido creándose la opinión hoy fuerte y robusta de que no hay medio posible de dirigir un estado con acierto sin conocer los elementos de riqueza que encierra, y sin averiguar por este mismo medio , con este mismo estudio, las medidas que reclama el pais, para promover los intereses que se consideran como principales, que se reputan como dominantes, puesto que sin el auxilio de esta ciencia, no cabe conocer ó á lo menos no cabe apreciar los hechos sociales que demuestran la fuerza física y moral, la riqueza, bienestar y porvenir de cualquier pueblo. No me propongo en este escrito el presentar un curso de la ciencia de la estadística; mi obgeto se contrae á manifestar su importancia, á presentar la historia délos esfuerzos de los Gobiernos, á trazar ligeramente la serie de los obstáculos que se han opuesto, que se oponen y se opondrán en España y fuera de nuestro pais á la reunión de datos exactos que marquen las fuerzas de toda clase de que pueden disponer los estados.

Apenas hay un solo dato estadístico de que no se puedan sacar importantes deducciones en beneficio de los Gobiernos, en obsequio del pais y en provecho de todos los ciudadanos. Comparando con épocas diferentes por medio de estados los divorcios, los casamientos, los asesinatos, los robos, los incendios voluntarios, las quiebras fraudulentas, los establecimientos industriales y de instrucción pública, fácilmente pueden conocerse los progresos de las costumbres, los adelantos de la moralidad, la influencia de las leyes, el desarrollo de la riqueza pública: asi se observa que en cuadros sencillos que solo presentan números, se halla trazada, no solo la historia de la prosperidad y de la decadencia de un pueblo, sino también la esplicacion de las causas que mas poderosamente contribuyen á la grandeza ó al abatimiento de las naciones. Un simple estado que presente la balanza del movimiento comercial comparada cou la obtenida en años ó épocas anteriores, puede imponer terribles y severas obligaciones á un gobierno , si déla simple comparación de números, resulta la decadencia de un pais; mucho mas en un siglo en el que los intereses materiales entran por mucho, y aun en algunos pueblos entran por todo en las transacciones políticas. Estudíese detenidamente la estadística que un gobierno presente, por imperfecto que sea, y en aquel trabajo se conocerá también si la navegación puede aumentarse hasta el punto que los capitales de cada pais tengan la seguridad que corresponde y que reclama imperiosamente esta parte no pequeña de la riqueza pública, una vez alejados los buques de las costas nacionales -, conocerá asi mismo si la fuerza militar puede organizarse con mayor economía y con mejores resultados para la defensa del país, averiguándose como dato muy importante, si una nación puede dar el contingente de soldados que se la pide sin perjudicar considerablemente su agricultura, su comercio, su industria, sus artes; observará igualmente si es posible mejorar la instrucción y por que medios; si puede disminuirse el número de delitos, moralizando los hombres en quienes se observa propensión al crimen; si cabe alterar el sistema de hacienda; si la riqueza pública consiente el aumento de los impuestos, disminuir los gastos de la administración, y utilizar con mas acierto los recursos que el pais ofrezca. Sin los resultados que la estadística presenta en los diferentes ramos que abraza, no es posible reformar con acierto un código civil, ni mejorar la legislación criminal; y es de todo punto difícil que los proyectos de conveniencia pública que se sometan á la discusión de los cuerpos colegisladores, ofrezcan las garantías de utilidad, de equidad y de acierto; mucho menos si se trata de contribuciones metálicas ó de sangre. Bien puede, pues, decirse que debe ser hoy la estadística la guia del legislador en los gobiernos absolutos, en las monarquías representativas y en los estados republicanos; y que en todos ellos esta ciencia con sus aplicaciones preside los acuerdos de los grandes consejos, llamados á decidir de la suerte futura de las naciones. Por eso está reconocido como ya escribí en 1839, que sin la estadística no puede saberse si una nación es rica ó pobre, puesto que la riqueza y la miseria tienen también sus apariencias engañosas; si es ilustrada ó ignorante; si es feliz ó desgraciada; si es virtuosa ó corrompida; si es poderosa ó débil: sin la estadística no es posible averiguar si las comunicaciones admiten mejoras; si los territorios incultos son susceptibles de cultivo; si puede aumetitarse la población, beneficiarse las minas conocidas, y acaso descubrirse otras que entraña el suelo de la tierra. Es en Un la estadística, para decirlo en pocas palabras, la balanza del poder de las naciones. Aquel pueblo es proporcionalmente mas poderoso, que mejor estadística tiene; y mas hábil, mas afortunado en sus operaciones, el diplomático que es mejor estadista , porque enterado con exactitud del estado de su pais, de sus recursos, de sus medios, de su fuerza, se presenta exigente en su dia, cede con oportunidad, entretiene con tino y pulso el asunto mas delicado, hasta que conoce llegado el momento de obrar con energía.

A pesar de las ventajas que la estadística ofrece á los estados, á pesar de los beneficios que de ella han de resultar á todas las clases de la sociedad, desde la mas miserable, hasta la mas opulenta, en todas las naciones y también en todas las épocas, bajo monarcas débiles y descuidados, bajo reyes ó emperadores enérgicos y activos, ha tropezado la marcha de esta ciencia en su aplicación práctica con obstáculos al parecer insuperables, que han dado por resultado que obras tenidas por perfectas, después de grandes desembolsos se han reconocido mas tarde como viciosas y de ningún provecho.

La nación europea que mas ha adelantado en esta clase de estudios, de trabajos y publicaciones oficiales, es sin duda alguna la Francia, sin que por eso pueda decirse que haya llevado esta ciencia á la perfección necesaria, ni que haya superado los inconvenientes que á cada paso se la presentan en su gloriosa carrera, unos dependientes de la naturaleza misma de las cosas, otros suscitados por la impericia , por la pereza, por la desconfianza, por los intereses hostiles y sobre todo por la repugnancia de descubrir la verdad y la exacta situación del estado. Y no se crea que en la nación vecina son solos los contribuyentes los que oponen resistencia á la adquisición de datos, que puedan contribuir á la justa apreciación de las inmensas fuerzas de aquel pais; son también las autoridades del Gobierno que temen que los hechos que consigne la ciencia puedan descubrir el secreto de sus faltas.

A fines del siglo XVII en el célebre reinado de Luis XIV se hizo el primer ensayo de la estadística general de Francia: las glorias de este rey inmortal y la superioridad de la Francia en sus obras de inteligencia , exigia se elevara un monumento tan necesario á una administración sabiamente dirigida: al encargar á los intendentes de las provincias que prepararan los materiales de tan colosal trabajo, les previno especialmente, comprendieran en ellos, tanto los hechos relativos á la agricultura como los demás elementos que pudieran interesar á la vida pública y privada del pueblo. Pero ni las instrucciones mas esplícitas, ni las medidas que al efecto se tomaron, ni las órdenes enérgicas que se comunicaron, fueron bastantes para que no fracasara este grandioso proyecto por el vicio que en sí mismo encerraba. La falta de plan, de método analítico y sintético en los cuadros modelos que se formaron, y el disculpable pero irreflexivo empeño de improvisar en muy corto tiempo y simultáneamente operación tan difícil, obra tan vasta, trabajosa y tan complicada, debieron naturalmente alejar toda esperanza de ver realizado tan útil pensamiento, viniendo bien pronto á justificar esta previsión la mas amarga y dolorosa esperiencia. Cada Intendente, creyendo que le era permitido por su alta posición prescindir de cumplir las órdenes del Gobierno, y separarse del programa general que contenia el método de los trabajos, hizo con la mejor buena le lo contrario de lo que se le habia mandado. De aquí resultó lo que no podia menos de resultar, que su trabajo fué casi inútil, porque careciendo de verdad, de orden y hasta de pensamiento, no podia compararse con otro alguno de la misma especie. Es necesario, sin embargo, confesar que en la época á que me refiero, no podian estos trabajos dar otro resultado en Francia: las carias geográficas que representaban el territorio, se diferenciaban las unas de las otras respecto á su estension en

5,818 leguas por termino medio, ó sea>cerca de una por cuatro; el catastro para conocer la división física y agrícola del pais, no existia; el impuesto que variaba de una á otra provincia en su tipo, en sus condiciones, en su forma y en su cantidad no servia para graduar el valor de los productos naturales ni fabriles; los censos generales de población, sin los cuales no se puede formar una idea exacta de los consumos de un pueblo, eran imperfectos y defectuosos, pues solo contaban las cabezas y hogares sin saberse el número de individuos. Para el cumplimiento, para la realización de los deseos de Luis XIV, eran necesarios esfuerzos sobrehumanos; estos no se hicieron ni pudieron hacerse y casi la fuerza misma de las cosas destruyó el interesante pensamiento de este gran Monarca. ,

Desde esta tentativa para conocer la estension de la agricultura, y saber la cantidad y calidad de su producción, se pasó un siglo entero sin ningún progreso positivo en tan interesante materia: solo algunos cálculos mas ingeniosos que sólidos; soío algunas congeturas mas curiosas que útiles de celebres «onomistas y hombres de estado, pudieron llenar aunque imperfectamente el vacio que presentaba esta parte esencial de la Administración pública. Entre otros, merecen particular atención Vauban y Arthur Young por los medios que empleaban para suplir la notable falta que lamentaba aquel Gobierno: acostumbrado el primero á la ciencia de la guerra y á la observación, hizo detalladamente un reconocimiento topográfico de algunas partes de las provincias occidentales, determinando la estension media á cada clase de terreno en el espacio de una legua de .25 al grado. Ya obtenido ese termino, calculó Vauban la superficie total de la nación especificando la clase de cultivo, edificios, caminos y canales, y los detalles convenientes á una estadística del territorio. Arthur Young, célebre agrónomo inglés, no encontrando en los documentos oficiales de su época la estension de las diferentes partes del suelo de Francia, dividido conforme á su estado físico y agrícola, se valió de un cálculo verdaderamente original para obtener estas noticias. La originalidad del método que empleó, me mueve á dar noticia de él á mis lectores. Cortó un mapa general en tantas partes cuantas divisiones territoriales se habia figurado, pesó después cada uno de sus fracmentos, y comparando el peso total del mapa con la estension de la superficie que representaba, determinó la relación de estos dos términos y el número de cada peso parcial le dio el de cada especie de terreno.

Estas atrevidas congeturas y el resultado que tuvo el proyecto grandioso de Luis XIV, prueban que va en aquella época se reconocía la necesidad de la estadística para resolver las altas cuestiones del gobierno, prueban el estado en que se encontraba entonces esta ciencia, prueban, en fin, los inmensos inconvenientes que se presentan á su formación si un plan bien concebido, hábilmente dirigido y exactamente egecutado no neutraliza, y si es posible, destruye tantas dificultades, tantos entorpecimientos.

En el año 1790, la Asamblea nacional impulsada por sus miras de nivelarlo todo y de hacer resaltar en todas sus resoluciones la igualdad mas perfecta, al querer establecer un sistema tributario sobre bases justas y racionales, se detuvo en su marcha eminentemente patriótica, concretando la espresion á rsta clase de trabajos, por falta de hechos positivos que pudieran ilustrarle en materia tan importante. Habiendo entonces recurrido alas luces de un ilustre escritor, M. Lavoisier, solo obtuvo de este economista un documento tan raro y curioso como inútil é inaplicable; presentó un estado con el número de arados iiut’on aquel tiempo existían en Francia, y por este dato congeturó su riqueza territorial. De estos trabajos se infiere que en el espacio de un siglo, la estadística poco ó nada habia adelantado en Francia, puesto que el Gobierno no encontraba otro medio para adoptar sus medidas y egecutar sus reformas y mejoras públicas, que apelar á hipótesis c inducciones siempre distantes de la verdad, pero únicas á que puede y debe recurrirse cuando faltan datos estadísticos reclamados con inteligencia y estendidos con la exactitud posible.

En tiempo del Imperio, ocupando el trono un gran matemático, un célebre estadista, se dio un impulso admirable á esta clase de trabajos. El genio de Napoleón conoció tal vez mas que otro alguno en aquel pais, la importancia de la estadística, la protegió y elevó al rango de ciencia política, administrativa y oficial, utilizando los adelantos que se habían hecho durante la revolución; esta época en que tanto bueno hizo la Francia para ser admirada, en que tanto malo practicó para ser compadecida. La obra capital de la división territorial por departamentos, las operaciones del catastro, la distribución algo regular de los impuestos, los censos de población, una administración centralizada, el aumento que había tenido la instrucción pública, podían servir y en efecto sirvieron de poderosos auxiliares á la ejecución de la estadística general de Francia. Apesar de esto, todas las ventajas referidas se estrellaron contra la falta de plan y la precipitación de la empresa. La circular dirigida por el ministro Chaptal á los prefectos abrazaba 334 preguntas, ecsigiendo de estos funcionarios la respuesta en solo dos meses bajo la pena de destitución. El Gobierno esperó inútilmente la realización de su pensamiento; tres años después queriendo presentar la situación del Imperio, solo halló datos generales, muchos contradictorios y los mas inútiles, por falta de relación entre sí.

La restauración en 1814 con su espíritu de miseria, de resentimiento y de venganza, hipócritamente disimulado, destruyó la obra personal de Napoleón: bastaba que fuera la formación de la estadística de Francia una empresa por él protegida, para que ciertos hombres dominantes en aquella época de funestos recuerdos, miraran con odio y con desprecio aquellos importantes trabajos, sin tener en cuenta consideraciones de interés público, que mas que las pasiones de partido deben presidir la decisión de las altas cuestiones de gobierno. Mas como los nombres de la Restauración no podían prescindir de tener á la vista ciertos datos, ciertas noticias, pidieron á los prefectos memorias y observaciones á las cuales dieron el titulo caprichoso, y ridículo también bajo cierto aspecto, de Cuentas-morales. Bien pronto, el gobierno de aquella época hubo de conocer su error, puesto que al año siguiente adoptó de nuevo el antiguo sistema, como único medio de saber, si quiera aproximadamente, la situación del pais, aunque estuvo muy lejos de ahra/.ar los buenos principios que hoy reconoce la ciencia como útiles y como exactos. El cuadro que se dirigía anualmente á los prefectos, contenia en sus columnas ocho series de preguntas exigiéndoles una contestación directa y decisiva; obtuvo únicamente el Gobierno por este método evaluaciones en masa, cálculos en globo, congeturas arbitrarias. Y no paró aquí la persecución de la estadística: la ignorancia, osada siempre y siempre atrevida, llegó á tal punto en 1826, que Mr. Gorbiére entonces ministro del interior, tuvo el atrevimiento de suprimir el censo general del reino, sin que nadie reclamara contra una medida tan funesta. Aquel censo, resultado principal de grandes esfuerzos y no pocos trabajos de (‘pocas anteriores, fué calificado de enfadoso, de innecesario, de inútil. Para reemplazarlo, recurrió el ministerio á estimaciones en globo de la población de los departamentos ■, sistema que á la sazón estaba en boga, porque el nuevo orden de cosas, no queriendo reconocer los progresos de la sociedad moderna, solo encontraba buenas las doctrinas económicas y administrativas de los siglos XVI y XVII. Con esta sencilla esposicion de las medidas adoptadas durante cierto periodo de la Restauración, por hombres que aprovecharon poco las lecciones del infortunio, se puede comprender fácilmente cual seria la confusión producida por tales medidas, y cual también el carácter de las personas que dirigían los destinos de una nación de tanto poder y grandeza.

Durante esta proscripción de la estadística, recibió en Francia pruebas inequívocas de interés y de cariño, de parte de muchos célebres economistas y grandes hombres de estado. La oficina de longitudes y la Academia de ciencias, abrieron un asilo á esta ciencia proscripta por el gobierno, y en esta última no solo se discutieron con gran resolución sus principios y teorías, sino que fueron premiadas algunas obras estadísticas sometidas á su examen. Sucedía con esta ciencia lo que naturalmente sucede con todas aquellas cosas que imprudentemente combaten los Gobiernos, despreciando la pública opinión y la fuerza de las circunstancias. Cuanto mas alarde se hacia de despreciar trabajos anteriormente adquiridos, por rechazar sistemas anteriormente admitidos, aunque reconocidos como buenos, como exactos, como únicos; tanto mas la opinión pública favorecía esta ciencia, tanto mas se discutía su importancia, tanto mas se reclamaba la adopción de los buenos principios. Así fué que el ministerio Martignac estableció en 1828 la estadística general de Francia, dándole una organización racional y conveniente. Corta fué por desgracia la existencia de aquella oficina, puesto que los acontecimientos que sobrevinieron al poco tiempo destruyeron tan patriótico pensamiento.

En la última revolución francesa, en la revolución del año 30, en la revolución de la gran semana, los hombres y las ideas desplegaron toda su fuerza, su poder, su energía y sus altas ideas. Al ocupar el ministerio el señor Thiers en 1832 se restableció la estadística, y esta vez por fortuna no fué sin eficacia, no fué sin resultados. Desde aquella época, la sección que en el Ministerio de agricultura y comercio se había creado con el nombre de estadística general de Francia, no ha cesado de enriquecer la administración con publicaciones llenas de doctrina y de enseñanza. El infatigable celo de su gefe, el señor Moreau de Jotmes, con cuya amistad me honro, admirador de sus buenas prendas, entre las que resalta el amor que profesa ala nación española, ha dado tal impulso á estos trabajos, ha vencido tantas dificultades, que merece con justicia el título de célebre estadista, y el reconocimiento de los amantes de la ciencia. Solo el que conoce los obstáculos que presentan el descubrimiento de la verdad y las investigaciones neoesarias para saber la situación de un pais, su riqueza, su población, sus necesidades, su bienestar, sus virtudes y sus crímenes, puede formarse una idea de los esfuerzos que se han hecho y se están haciendo, para mejorar, para perfeccionar, esta parte importante de la ciencia administrativa. Mas no se crea por esta relación que la marcha de la estadística en Francia está libre de obstáculos; que los principios de la ciencia no encuentran entorpecimientos al ponerse en ejecución , y que los diez volúmenes publicados (1) hasta el dia no adolecen de defectos. Se ha adelantado mucho, es cierto; pero no lo es menos que por todas las personas ilustradas, incluso el mismo señor Moreau Jonnes, se reconoce que todavía se hade trabajar mucho para perfeccionar esta ciencia. Un buen plan adoptado de nuevo por las lecciones mismas que ofrecen los trabajos que se han hecho •. el tiempo, elemento necesario para estas obras; la convicción en fin de que, ni el Gobierno; ni el Parlamento pueden subsistir sin esta clase de documentos, servirán para adelantar cada dia mas estos trabajos. 1.os datos del señor Moreau en una empresa tantas veces empezada y concluida sin fruto y sin resultado, ofrecen grande importancia por la estension de las partes que abraza su sistema, á saber; territorio, población, agricultura, minas, industria, comercio interior, esterior, navegación, colonias, administración pública, hacienda, fuerzas militares, marina, justicia, cultos é instrucción pública. Terminada esta obra grandiosa, si se termina, como es de esperar, felizmente; qué resoluciones adoptará el Gobierno, que no sean con entero conocimiento de causa? ¿qué espedientes de gravedad podrá resolver, sin tener á la vista cuantos antecedentes necesita? Y aunque adolezca la obra de algunos defectos, que la esperiencia y el tiempo disiparan; ¿no ofrece á pesar de esto mas garantías de acierto que las hipótesis, inducciones , evaluaciones, y estimaciones en masa, á las que la administración se veía obligada á recurrir, cuando carecía del poderoso ausillo de la estadística, y á la que el Gobierno español tiene que apelar por falta de datos, siquiera aproximados? El’Gobierno francés, dando este gran paso, justifica su previsión , acredita su patriotismo, y Luis Felipe podrá lener el orgullo de haberse hecho en su reinado el trabajo que tanto deseó Luis XIV, que tanto ambicionó la Asamblea nacional, y que tanto anheló Napoleón, este genio del siglo XIX.

(1) Sin perjuicio de manifestar en su dia las personas eonsecuentcs que me han ausiliado en mis trabajos , como empleados en mi oficina , no puedo ya hoy pasar en silencio los servicios que en lodos tiempos he debido á mis apreciables amigos el Sr. D. Joaquín Iñigo, D. Isidoro Cabanas, D. Domingo Saavcdra, D. Anselmo Yillacscusa, D. Francisco Pantano, antiguo Diputado por la provincia de Zaragoia y gele de la oficina de mi Diccionario el primero, secretario de varias gctaturas políticas el tercero, y abogados del Colegio de Madrid el segundo , cuarto y quinto.

La Bélgica, este pais cuya nacionalidad, dudaban muchos pudiera sostenerse después de ¡u gloriosa revolución, pero que lia saludo asegurarla y consolidarla enseñando á las demás naciones de Europa los medios de utilizar los elementos de riqueza de un territorio pequeño, fomentando cimillo puede fomentarse su riqueza territorial, mercantil é industrial, nm desembolso de grandes capitales anticipados por cuenta de un Gobierno bien organizado; la Bélgica, repito, hadado un gran paso en la ciencia de la estadística. Este pais, aunque pequeño en territorio, como llevo dicho* se presenta hoy dia como modelo en la ejecución de obras de utilidad pública. La revolución del año 30, le ha colocado entre las naciones independientes de Europa; y es satisfactorio el observar, como se afana su popular Monarca por consolidar la independencia del pais, y como tratan todos los hombres inlluyentes de aquella nación pintoresca de marchar á la par, y en algunos puntos á la cabeza de los demás pueblos. No hablan1 yo de los trabajos estadísticos que hizo este pais mientras perteneció á la Francia; puesto que siendo un departamento de esta nación, siguió forzosamente sus vicisitudes y sus procréeos. 1 na suerte tuvo en 1814 el pais conocido hoy con el nombre de la nación belga; á saber, que el Gobierno de los Países Bajos, no imitando la conducta de la Restauración en Francia, continuó en 1814 con perseverancia el impulso que ala estadística había dado el Gobierno francés diñante la dominación de Bonaparle. Desde luego se organizó en el Haya una oficina central para utilizar los trabajos existentes, y dirigirlos que en lo suce.esivo debían procurarse. Mas adelante, en 1826, se trio una comisión compuesta del Ministro del interior, presidente, y de otros tres empleados de la Administración, siendo su secretario el gefe de la sección central de estadística. A esta comisión debe la Bélgica algunas interesantes publicaciones concernientes al movimiento anual de la población durante los años de. 1815 a 1824, al del comercio esterior desde 1825 á 1828, al régimen sanitario, á la agricultura, ¡i la meteorología, a las pesqueras y á las minas de carbón. No entraré yo en el examen de estos trabajos; pues prescindiendo de sus imperfecciones, la joven Bélgica posee obras mas perfectas y mas conformes á sus necesidades y á los adelantos que la ciencia ha hecho en aquel pais, que tanto merece se. le estudie con detenimiento.

Aunque la revolución de 1830 interrumpió la serie de estudios que dirigía el Gobierno de los Paites Bajos, «afortunadamente no fueron abandonados por mucho tiempo< porque el Gobierno provisional con fecha 4 de Fuero de 1831, encargó al Ministro del interior la continuación de los trabajos de la estadística general de Bélgica; mas los obstáculos que se presentaron, la falla de centralización y de plan en las investigaciones originaron bastante confusión en lo» documentos que en aquella época se publicaron: cada ministro se afanó á redactar la parle de la estadística que mas directamente correspondía á su departamento; pero todas las publicaciones se resintieron de falla de combinación en los esfuerzos.) merece sin embargo honrosa escepcion el Ministro de hacienda, quien en 1839 publicó aunque imperfecta la estadística territorial de la Bélgica, presentando la superficie de su suelo, sus diferentes clases de cultivo, la estension de sus caminos y canales, y los demás pormenores. lodos ellos del mas alto interés, que contiene el catastro de aquella época.

Semejante desorden reclamaba una pronta y eficaz medida de parle del Gobierno, dando una buena dirección á todo este movimiento, a toda esta actividad en las in\estigacíones estadísticas: el pensamiento era grande; pero los medios adoptados para su realización no han correspondido á las esperanzas que de si propio hiciera concebir el mismo ministerio. En 1841 se creó una comisión central de estadística en el ministerio del interior, encargada de dar á esta ciencia una dirección uniforme, de lijar sus principios, de marcar la estension desús investigaciones.y de formar un plan, en cuanto cabe, perfecto. El objeto principal, la idea dominante fué centralizar los conocimienios y esfuerzos aislados de cada ministerio, para sustituir la unidad y la armonía ¡i la divergencia de las publicaciones, para dirigir, en fin, la estadística general del pais, marcando su verdadero dominio. Pero por una chocante contradicción, en el mismo decreto se encuentra un articulo que deja al juicio , al arbitrio de cada ministro la facultad de conformarse ó no con las observaciones que la comisión central le presente, acerca del ramo de la estadística que en su departamento se redacta. Esta es la causa de que no se realice completamente el gran pensamiento de la centralización de los trabajos, y que la ciencia en la práctica no corresponda al desarrollo que las teorías han recibido en Bélgica. Se ha creído también que la institución de comisiones de provincia podría contribuir á adelantar el resultado de la empresa, no queriendo conocer que el vicio estaba en la índole misma de la comisión central. Así es que en 1843 se creo en cada prov incia una comisión especial de estadística bajo la presidencia del Gobernador Ó Gefe político, encargada de dar un impulso útil ¡i sus trabajos, de examinar j discutir los materiales antes que sean transmitidos á la Administración superior. Tanto estas comisiones como la central están compuestas en su mayor parte de empleados públicos sin aumento de sueldo, ni obvención alguna, obteniendo sido por recompensa la consideración pública y la satisfacción interior de contribuir al bien de, su patria. A pesar de lodo, la comisión central ha superado muchos obstáculos y desde su creación publica el movimiento anual de la población, todavía con mas detalles y pormenores que los que contiene la misma clave de documentos que se publican en Francia. La corta estension del territorio belga, J la acción mas eficaz por consiguiente del Gobierno en todos luspueblos del reino, contribuyen á este escelente resultado. A pesar de tantos esfuerzos, á pesar de que dado el impulso por la Administración, los amantes de la estadística se han entregado con entusiasmo al estudio de sus teorías y a la resolución de sus problemas; á pesar de hallarse al frente de los trabajos un hombre respetable, un hombre de semblante frío y de fé ardiente para todo cuanto tiene relación con la prosperidad de su pais, el Sr. Quetelel (1) que por medio de sus numerosos escritos, ha ilustrado mu

chas cuestiones obscuras de la estadística, á posar, repito, de tan combinados esfuerzos , la Bélgica carece de un censo general, conforme á los principios que la comisión lia ensayado con tan feliz éxito en el censo parcial de la población de Bruselas de 1842. De suerte, que Bélgica, esta nación tan adelantada, este pueblo laborioso, no tiene otro censo general de su población que el de 1829, último documento de esta especie que posee aquel Gobierno, Afortunadamente, la Bélgica podrá muy en breve aplicar á todos los pueblos los mismos datos que con tantos detalles ha presentado para la estadística de la capital, puesto que, las cámaras acaban de votar la suma de 100,000 francos para que se proceda á la renovación del censo de 829 en el presente año. Es cierto que esta operación exige bastante tiempo y ofrece no pocas dificultades; pero ante la constancia de los hombres de aquel país, ceden toda clase de dificultades.

El Ministro de hacienda publica anualmente un precioso libro con abundantes datos sobre el movimiento del comercio esterior, libro que ha satisfecho al Gobierno, á las Cámaras y á los particulares por su claridad, por su estension, siguiendo el método que observa la Dirección de Aduanas de Francia, cu yos modelos é instrucciones han servido de norma á la Administración belga. También el Ministro de Gracia y Justicia dá á luz de tres en tres años la estadística criminal con los mas curiosos é, importantes detalles que pueden servir para conocer la moralidad de los belgas. Por una razón que ni se comprende, ni se esplica en este pais en que (la agricultura ha llegado hasta el último grado de perfección; en este pais en que la industria se ha desarrollado de un modo estraordinario y sorprendente, la estadística aerícola é industrial han estado en el mas completo abandono: la comisión central ha conocido esta gran falta, se ha encargado de su formación, y en el día se ocupa con grande actividad en los trabajos preparatorios para la presentación de un cuadro que manifieste la fuerza de aquella nación en estas dos partes importantes de riqueza pública, la agricultura y la industria. La Bélgica ha adelantado mucho en esta clase de estudios, pero le resta todavía mucho que hacer, si las medidas que adopte su Administración han de tener un carácter de acierto, de verdad y de justicia.

Cuando la Inglaterra, fria calculadora, hacia toda clase de esfuerzos para obtener datos estadísticos y con ellos conocer la fuerza de su riqueza á fin de no verse defraudada en sus gigantescas empresas : cuando la Prusia, la Holanda , la Alemania, la Italia, y basta la misma Busia y en mas lejanos países los Estados Unidos, á cuya nación debe hoy la ciencia grandes adelantos, y la resolución de no escasos problemas difíciles y complicados, hacían grandes esfuerzos para adquirir con la mayor perfección posible datos importantísimos, no podia permanecer la España indiferente á este movimiento intelectual, no podia desatender esta parte importante de la administración pública, no podia olvidar este grande elemento de su fuerza y de su poderío. No ciertamente : al comparar los esfuerzos de nuestro Gobierno con los de las naciones que acabamos de describir; me asaltan en el momento dos ideas con sentimientos bien distintos , bien opuestos, de satisfacción y de pesar: de satisfacción, al observar como nuestros antiguos gobernantes cuidaban con celo la adquision de noticias estadísticas ; de pesar, al recordar que los ministros de nuestra época, los actuales y los anteriores , los moderados y los progresistas, salvas muy pequeñas escepciones, nada hacen , ya que no desprecien un ramo tan importante.

i A España, debo decirlo con orgullo, fué la primera nación entre todas las anteriormente citadas, que conoció la necesidad de adquirir en todos sus detalles los datos que justificasen el estado de su población, y su riqueza: en honor de nuestro pais debe decirse; cuando nada hacían los demás pueblos, cuando ni directa ni indirectamente demostraban la importancia de estos trabajos, la Espaúa estendía sus formularios, pedia las noticias , combinaba los resultados, deducia sus observaciones, adquiría el conocimiento de su fuerza y hacía desde luego aplicaciones para mejorar el servicio publico y hasta reformar su legislación, después de un examen detenido. Léanse las Cortes de Toledo y allí veremos á sus representantes en el siglo \\, esta época de brillante civilización para la España, de ignorancia para otras naciones que hoy se dicen mas que nosotros civilizadas, acordar la primera operación que se practicó con semejante objeto para la igtiala de las provincias. Imperfectos se. consideraran sin duda los datos entonces obtenidos, si se comparan con los que hoy pudieran presentar la Inglaterra y los Estados Unidos , la Bélgica y la Francia. Pero bien puede decirse sin temor de que nadie lo desmienta , que ninguna nación obtuvo mejores resultados ni en aquélla época, ni hasta casi terminado el siglo XVIII. Beconocida en España de muy antiguo la necesidad de la adquisición de estos datos, todos los gobiernos recomendaron su importancia, y todos reclamaron con mas ó menos acierto, y también con mas ó menos celo se estendieron por las dependencias del gobierno , por las corporaciones ilustradas y hasta por particulares instruidos, los datos capaces de fijar la opinión en este punto, según los adelantos en que entonces estaba la ciencia de la estadística.

En el año de 1575 dispuso el Bey D. Felipe II una operación importante para la exacta descripción de. los pueblos de España-, este trabajo no se concluyó por desgracia; sin embargo se reunieron importantes materiales; las noticias que llegaron tenian bastante método, y si bien resalta en aquellos escritos el espíritu de la época, y hasta en cierto modo se ve retratado en ellos el carácter de aquel Monarca, puesto que en las notifcias remitidas figuran muchos datos eclesiásticos, muchas noticias de milagros, muchas descripciones de reliquias; sin embargo contienen interesantes datos de vecindario, de riqueza, de algunas poblaciones y hasta de instrucción , que hacen recomendable aquel trabajo por la época en que fué principiado, por el método que contiene. Ojalá que las descripciones se hubiesen estendido á

cónsul general de Bílgica en España liare do» años, ansian vivamente, en el interés de los dos naises, ver estrechadas las relaciones de dos pueblos que fueron en otro tiempo hermanos, y que a no dudarlo desearían ser amigos y aliados. Tampoco concluiré esta nota sin dejar consignada mi gratitud al (¡ohierno liclga y a la comisión de estadística por las obras curiosas y de no escaso valor que me entregaron cuando estuve en aquel pais, ó me han enviado directamente á España. Es muy grato para un proscripto encontrar tanta protección y tan buenos amigos en el extrangero.

Ojalá se hubiera reconocido aquella colección de noticias importantes, como la base de una estadística, en el estado que en aquella época podía obtenerse, para reclamar nuevos documentos, para hacer nuevas combinaciones, y para no abandonar en el porvenir ni un solo instante este importantísimo trabajo. No sulió así por desgracia; aquellos datos de nada sirvieron: si fueron pedidos como realmente lo fueron en interés de la administración pública, se consideraron después por desgracia como documentos de mera instrucción para (pie figuraran en la biblioteca y alli pudieran estudiarlos los hombres instruidos sin utilizarlos los empleados del Gobierno.

Yo encontré estos trabajos en la biblioteca del Escorial por indicación de su ilustrado bibliotecario; pero no estando alli reunidos lodos los datos que se habian recogido en tiempo de Felipe II me dijo el mismo Señor, que los tomos restantes se hallaban en el archivo de Simancas; di entonces algunos pasos con el Gobierno para que vinieran á Madrid estos trabajos dignos de ser examinados á pesar de los defectos que contienen, no perdiéndose de vista la época en que fueron reunidos.

Ni en el reinado de Felipe 111, aunque príncipe pacifico ¡ ni en el de Felipe IV, algo mas aficionado á las guerras que su padre; ni en el de Carlos 11, obligado á sostener una lucha bastante prolongada, ni en el de Felipe V en el que corrió abundante la sangre española, ni en el de Luis 1 muerto en hora temprana, tal vez para mal de nuestra patria; nada adelantaron los trabajos estadísticos: la preocupación de algunos monarcas que causaron graves males á nuestro país, como Ja de Felipe III al espedirse el decreto de proscripción contra los moriscos; las guerras entonces sostenidas, alguna vez, mas que por el interés del estado, por rencillas miserables de familia, impidieron sin duda aprovechar los datos reunidos por Felipe II y seguir reclamando las mismas noticias de otros puntos con nuevos datos que perfeccionasen cada dia mas las anteriormente recibidas. En tiempo de Fernando VI, de este monarca á quien no se puede negar la gloria de haber corregido no pocos abusos, y haber promovido cuanto estuvo de su parte la riqueza pública, bajo la administración del célebre marañes de la Ensenada se adoptaron instrucciones redactadis con bastante tino y maestría para formar un catastro general, en el que no solo constara con los posibles detalles la población de España, sino que, también se espresase, el valor de su riqueza imponible, á fin de ensayar un nuevo sistema tributario, estableciendo la única contribución. En ese trabajo se observa que el marqués de la Ensenada conocía lo que no han querido conocer muchos, ó la mayor parte de los demás ministros españoles, á saber; que no es posible obtener datos estadísticos, no diré exactos, pero ni siquiera aproximados, sin fijar mucho la atención en este ramo, sin dedicarse á él con preferencia, y sobre todo sin testar considerables sumas de dinero. Ciento cincuenta volúmenes se formaron con las noticias remitidas, que presentan con bastante exactitud la situación del pais en aquella época, y no bajaron de cuarenta millones los que se invirtieron con el sulo objeto de evitar se cometieran injusticias, al generalizar y metodizar el nuevo impuesto. Tampoco descuide) Carlos 111 estos trabajos, si bien los esfuerzos de su Administración se dirigieron mas particularmente á obtener noticias generales sobre la población y la industria española. En el reinado ile Carlos IV abundante en intrigas interiores, que no es este el oportuno momento de calificar. \ en grandes reveses que sufrió nuestra patria victima de las rivalidades de la Francia y de la Inglaterra, hubiera sido disimulable que nada se hubiera hecho , que nada se hubiese adelantado en el importante ramo de la estadística. No fué asi por fortuna; cualesquiera que fueran las circunstancias personales de Carlos IV, no puede desconocerse que se observaba en aquel Monarca una decidida inclinación ala protección de los españoles, á la prosperidad de esta nación tan sufrida en todo tiempo. En al año de 1797, cuando la España había Hgan» en mi juicio imprudentemente su suerte, y en ciarte mo do su porvenir a la suerte y al porvenir de la nación francesa, se disponía un trabajo vasto V prolijo para clasificar la población, trabajo curioso para la época, importante por sus resultados, á pesar de los ‘¡••léelos que contiene, y que hasta entonces mismo fueron reconocidos por el Gobierno y por las personas mismas que ausiliaron sus tareas. En el mismo reinado se emprendió otro trabajo de igual clase, bien que en mayor escala: el censo de. frutos Ij manufacturas de España 4 islas adi/accnles con n/le.riones importantes sobre la estadística de cada vna de las provincias, hecho por el Departamento del Fomento general del Reino y de la /¡alanza, del comercio. Este importantísimo trabajo y no vacilo en calilicarle de esle modo , se refiere al año 1799. Para dar una idea de los puntos que abrazaba esta obra útil y curiosa, copiaré las mismas palabras que figuran en su segunda página: « en eslos documentos se contiene una ra»zon de los frutos y de las manufacturas que ha producido cada provincia en dicho año; sus precios -corrientes, la cantidad que ha consumido y sobrado; la proporción que ha\ entre los producios y la ■•población y entre esta y la estension territorial ¡ y asi mismo los limares en donde se hallan estableciólos los artículos principales de la industria: elementos todos sin los cuales no es dedo el conocer ■>ni aun por aproximación, el estado interior del Reino, y de sus riquezas… Y no se crea que bago >o al elogio de este trabajo, por que le considere perfecto y acabado; nada de eso; en él hay grandes defectos; muchos datos remitidos eran mesados; las ilustradas personas que componían el Departamento de la Balanza y de comercio lo reconocieron así; pero era este el primer trabajo que se había hecho comprendiendo todos los ramos que abraza la estadística, presentando datos para toda la nación , para todas las provincias, y hasta para los pueblos mas importantes con espresíon de toda clase de producciones. Esle trabajo debió ser la primera piedra del grande edificio que se levantara en España á un monumento que pudo ser el orgullo de los españoles y la envidia de esas mismas naciones estrangeras, cuyos escritores vilipendian hoy á la nación española, de la que tantas cosas han tenido que aprender en épocas para nosotros de mas felicidad y de mas gloria, entre, ellas la que me ocupa en este momento. Convertido por el mismo rey Carlos IV el Departamento del Fomento general del reino, y de. la Balanza de

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/ comercio en una Dirección de. estadística, grandes esperanzas debieron concebir los amantes de esta ciencia al ver la protección que la dispensaba aquel Monarca, al mirar aprobado en 19 de mayo de 1802 un reglamento muy meditad»» para metodizar los trabajos, utilizar las noticias y ofrecer grandes y seguros resultados, Las injustas pretensiones de la Francia, ó mejor dicho, la desmedida ambición de Bonaparte, fomentó los disgustos, y las desavenencias de la real familia, introdujo la desconfianza en este pais, «pie no envidiaba por cierto las glorias de la nación francesa, y provocó muy luego la guerra mas injusta, por los medios mas innobles empezada, con mas encarnizamiento sostenida, y con mas gloria para las armas españolas acabada, que cuantas han podido presenciar las generaciones pasadas. Estas fatales circunstancias vinieron á destruir, como uno de los muchos males que sufrió el pais en aquellos tiempos, la legítima esperanza que los españoles amantes de su patria hubieron de concebir, al ver en tan buen camino al Gobierno, á sus dependencias, y á no pocos particulares.

La España desde el año 8 al 14, nada pudo hacer por aumentar los datos estadísticos; harto hizo con sacar ilesas de una lucha tan terrible su dignidad y su independencia. Restablecida la paz se cometió un error gravísimo, al no querer tomar como punto de partida el trabajo de 1799 impreso en 1803. procurando ante todo apreciar el desarrollo que la población y aun la riqueza pública habían tenido, á pesar de los desastres de los 16 primeros años de este siglo.

En el año de 1817 se espidieron también á los Intendentes de las provincias varias instrucciones para formar la estadística general de España, y aunque es cierto que produgeron algunos resultados, los trabajos quedaron imperfectos, ya por la indolencia de algunas autoridades, ya por las vicisitudes políticas que sufrió el pais á poco tiempo: guiado por la mas rigurosa imparcialidad al escribir esta obra, no dirigido nunca por espíritu de partido, sin afecciones y sin odios, debo hacer justicia al señor Garay que preparó con celo é inteligencia estos trabajos. Si no correspondieron á sus esperanzas los resultados, no por eso debe negarse que adquirió como estadista, títulos de aprecio y consideración por parte de los hombres amantes de la ciencia. No pocos años transcurrieron en España, sin que se pensara seriamente en seguir la senda trazada por Felipe 11, Femando VI y Carlos IV, puesto que si se esceptuan los esfuerzos hechos con escasos resultados, para adquirir el estado de la población desde 1828 á 1833, nada hircieron los ministros de Fernando VII absoluto. La guerra civil en que se vio envuelto este país después de la muerte, de este Monarca, tal vez no haya permitido al Gobierno dedicar parte de sus esfuerzos á la adquisición de los datos necesarios para apreciar la riqueza del país; necesidad hoy mas que nunca reconocida por los obstáculos que halla el Gobierno para la imposición de contribuciones, y parala alteración de su sistema monetario. En el año 1841, formando parle de la regencia provisional mi apreciable amigo don Manuel Gortina, animado del mas vivo deseo por la prosperidad de su patria, concibió el pensamiento de reunir en pocos dias los datos necesarios para apreciar la riqueza pública: demostró entonces el señor Cortina tener mas celo que conocimiento exacto de los obstáculos insuperables que encuentra siempre este trabajo; y si bien las medidas que adoptara, á primera vista parecía debían proporcionar noticias bastante exactas, hubo de conocer muy luego que el inlrrés local ó individual destruye con facilidad suma los esfuerzos mas bien combinados de un Gobierno. No fué feliz el señor Gortina en estos trabajos; pero le queda la grata satisfacción do haber demostrado su interés por un ramo tan importante de la administración pública, y de haber hecho cuanto podia hacer un Ministro que deseaba obtener datos en breve tiempo , sin tener á su disposición fondos necesarios para la dirección y egecucion de los trabajos y la fiscalización correspondiente. • .

Mas adelante, otro consejero de la corona no menos celoso, ü. Ramón Galatrava, dio grande importancia á estos trabajos, reuniendo noticias de cada una de las provincias, con el nombre espresivo de Matrícula Catastral. El deseo de este Ministro fué grande, su intención plausible, y el resultado de sus trabajos aunque impertectos, útil bajo cierto aspecto. Las Matrículas no fueron redactadas por un plan uniforme; este es el primer inconveniente: fueron escritas con precipitación; esta es su segunda desventaja : no han sido estudiadas después combinando los datos y comparando los resultados, reconvención que no se dirige, ni puede dirigirse al Sr. Galatrava; este es el tercer vicio. Apesar de estos lunares, el Ministro hizo un servicio al pais, formó una colección de datos que merecen ser estudiados, que yo he examinado muy detenidamente, y que he utililizado sobremanera procurando conocer sus defectos. En 1843 ocupando el ministerio de hacienda el honrado y laborioso D. Mateo Miguel Ayllon, quiso dar á la estadística toda la importancia que reclama la época presente, y hoy que ha fallecido este virtuoso ciudadano, debo consignar en este escrito, que siempre le hallé dispuesto á dispensar todo género deprotección á cuantas medidas en el círculo legal se propusieran, para organizar los trabajos y asegurar su adquisición en las épocas succesivas. Convencido, de que no era posible tener seguros resultados sin que una reunión de personas instruidas, bien como comisión , bien como sección de uno de los ministerios, dirijiese los trabajos, nombró cinco personas, una de ellas con el carácter de presidente, la insignificante que escribe este prólogo, no tan solo con el objeto de reunir desde luego todos cuantos datos existen en los archivos desde el siglo XV hasta nuestros días, y procurar se perfeccionasen con los que nuevamente pudieran reclamarse, sino con el de trabajar y presentar en su dia un proyecto de ley que diera estabilidad á la comisión de estadística como cuerpo administrativo, y marcara sus atribuciones para ser obedecida por las distintas dependencias del Gobierno. Hizo mase! Sr. Ayllon: no habiendo querido yo aceptar el sueldo de ñO.CÜl) reales que me fué asignado como presidente de ía comisión, le destinó por indicación mía, para que dos jóvenes de conocida instrucción pasasen á estudiar en el estrangero la teoría de la ciencia con todas sus aplicaciones, encargados muy particularmente de examinar, tanto los obstáculos que habían opuesto los pueblos para facilitar las noticias, como las medidas adoptadas por el Gobierno para vencer esta resistencia. Los eleaidos fueron mis apreciables amigos Ü. Juan Bautista Trúpita y I). José Magaz, jóvenes que lian hecho sus esludios en Francia agregados como oficiales al ministerio de agricultura y comercio en su sección de estadística, habiendo merecido del Ministro y del Cele de aquella, pruebas inequívocas de su aprecia , jóvenes que están hoy en Bélgica estudiando y admirando los adelantos que hace allí la ciencia, jóvenes en fin que después de haber visitado la Inglaterra, podrán venir á España paraausiliar ó tal vez para dirigir los trabajos estadísticos.

la comisión de estadística, después de. haber reunido bastantes materiales, presentí) al Sr. Carrasco una memoria sobre los trabajos que había hecho y el proyecto de ley que se le. Babia encargado. El día 1.° de febrero de 1844 en que, aunque presidente de la comisión de Estadística y vicepresidente del congreso de Diputados, fui conducido á un calabozo de la cárcel de Corte de esta Villa por acuerdo del consejo de ministros, en que figuró el mismo Sr. Carrasco, puso término á mis trabajos estadísticos en aquella comisión; peroecsige la imparcialidad que yo manifieste que cuantas veces vi al Sr. Carrasco, ya para entregarle bfinemoria, ya cuando sobre ella tuve con este Ministro algunas conferencias, le bailé siempre dispuesto á realizar el pensamiento del Sr. Ayllon, y á prestar todo su apoyo á las personas «pie ¡Midieran contribuir á la adquisición de los datos necesarios. Posteriormente, nadase ha adelantado ni ha pedido adelantarse; la comisión en su existencia precaria, no tiene fuerza, ni prestigio: los empleados ■•o su mayor parte se han retirado de la oficina, y por grande que sea el celo de mis antiguos compañeros, nada útil, nada provechoso podrán hacer, mientras el Sr. Mon no resuelva en interés del servicio público, si esa comisión debe continuar sus tareas con un carácter de estabilidad que hoy no tiene. Suprimida la comisión por una real orden estensiva á todos las de su clase, existiendo por una consideración de necesidad del momento, sus servicios no pueden dar resultado de ninguna especie (1).

Concluida la ligera reseña sobre la marcha de la ciencia déla estadística en diferentes países, la idea que ocurre á todo Español , es la de vindicar para su patria la gloria de haber sido la primera de i nautas hoy figuran como naciones en el mundo civilizado , que dispuso, preparó y obtuvo trabajos estadísticos de alguna importancia. ¿No ha de servir de satisfacción á los españoles, ver á las Cortes del s¡ulo XV reclamar trabajos estadísticos; ver á Felipe II reunir datos importantes ; ver a F’ernando VI obtener curiosísimas noticias, mientras que la Francia de Luis XIV* solo recojia amargos desengaños en los datos que recibía de sus intendencias, ó impugnación de sus trabajos en el mismo silencio de sus dependientes1 ¿No ha de ser grato para nuestro pais ver en el reinado de. Carlos 111 reunidos documentos curio»<>> de población y de industria , cuando la Asamblea nacional de Francia mendigaba de Lavoisier el dalo de los arados? ¿No es altamente honroso para España el haber reunido las importantes noticias de 1799 cuando el Directorio no había podido obtener dato alguno esladístico de importancia? Pero en esta época por desgracia cesan sobre este punto las glorias de nuestra patria, y desde este momento principia una serie de años en que otras naciones han adelantado, al paso que la nuestra ha retrocedido. Nosotros no hemos mejorado el trabajo de 1799; los demás pueblos han hecho adquisiciones importantes con los esméreos de sus gobiernos, gastando inmensas cantidades. Yo solo deseo que los hombres que egercen influencia en los destinos de este pais, den á esta parte de la administración la importancia que merece, para volver á ocupar el lugar que nunca debimos perder, á pesar de las guerras estrangeras que hemos sufrido, v de las luchas intestinas que en este siglo hemos sostenido por conquistar nuestra libertad, nuestra independencia.

Volviendo de nuevo á la esplicacion de los puntos que comprenderá mi Diccionario, deberé decir, que presentará el estado de la instrucción pública, déla beneficencia, de la criminalidad, de los negocios contenciosos civiles, de la industria, del comercio, de la navegación, de la estension del territorio, de la población, de la riqueza territorial, y de las contribuciones.

Para dar una idea de la instrucción pública, figurará en la obra un artículo sobre cada provincia en que se comprenda: 1.° el número de partidos en que se divide, con el de sus vecinos; escuelas de enseñanza primaria superior, elemental é incompletas, divididas en públicas y privadas, con disiincion de niños y niñas, número de alumnos, el de maestros y maestras, con título ó sin él, espresando si ejercen ó no algún oficio, la cantidad á que asciende la dotación de los unos y de los otros, si consiste esta en dinero ó frutos; escuelas que tienen edificios propios, y las que. no los tienen; 2.» otro estado demostrativo de los institutos de segunda enseñanza que haya en la provincia, el cual comprenderá las diferentes enseñanzas que abrazan, número de profesores y su dotación anual, el de alumnos que concurnii ;i cada clase y el precio de la matrícula; rentas del establecimiento con espresion de las que son lijas ó eventuales, cantidad á que’ascienden , y si el local es propio del estado ó arrendado: 3.» otro estado correspondiente á los seminarios conciliares, igual al anterior, sin otra diferencia que el espresarse el número de los alumnos internos, la pensión que pagan, y el de. los que disfrutan beca de gracia ó de media gracia-, 4.» en las provincias en que. haya universidad, facultades ó colegios prácticos de medicina , se manifestará también por medio de estados el número de alumnos (pie concurren á cada clase, ei de los catedráticos , sustitutos y profesores agregados, el de. grados de bachiller , de licenciado y de doctor, conferidos desde el curso escolar d^ 1843 á 1844 : si hay gabinetes de física, anatomía, y laboratorios de química; también se. dirá si existen escuelas especiales de cualquier género, academias, sociedades económicas, liceos, bibliotecas, museos etciudad

II Pocos dias antes de mi desgracin de 1.» de febrero, propuse a comisión crear dos cátedras de estadística; esto pensamiento sin duda hubo de ser posteriormente abandonado: por fortuna la Snriedad Económica Matritense a quien pajzo este tributo de r i .iiioeimienl» , ha abierto una cátedra de dicha ciencia que desempeña I), .lose Maria Ihañez secretario de la comisión de estadística desde el principio. Es el señor Ibañcz uno de eso» hombres, que por un esceso de modestia quieren vivir en la oscuridad , pero cuyos talento* debe aprovechar el Gobierno, cualesquiera que scon las opiniones de los ministros: recomiendo a mis lectores el tratado elemental Je i-sudislica que el señor Ihañez publica , del cual han salido ya dos interesantes cuadernos.

 

[SIGUE…]

(2) Aprovecho esta ocasión para consignar aquí mi reconocimiento al señor Ministro de agricultura y comercio de Francia; quien al saber que habían sido inútiles mis esfuerzos para adquirir la etladlstica general, me remitió esta obra importante, a pesar de ser escasísimo el numero de ejemplares que de ella se conservan. Honra mucho por cierto al gobierno francís la prulecion que dispensa á h>s hombres estudiosos , aun profesando opiniones distintas de las de los ministros aeluales.

(3) El Sr. Quetelel i’s presidente de la comisión de estadística. No m posible encontrar una persona mas amable ni mas obsequiosa ron los eslranperos. Yo \w tenido la honra de conterenciar varias vece-, eim es;.- estadista tan distinguido , y he debido admirar la pro! undidad de tus conocimientos y la exactitud de sus observaciones. Este aprcciablc Belga, lo misino que mi recomendable ami^o el Sr. Leeoeq,